Hablamos con Patricia Lázaro sobre su primer disco, "Todo irá bien mamá" (foto: Erny Gámez) |
Como quien viene a cubrir un hueco vacío sin apenas pretenderlo, Patricia Lázaro sorprendía a muchos en este 2015 con la publicación de su primer disco. Línea de salida discográfica de alguien con mucha carretera y conciertos a sus espaldas, en los que ha destacado entre esa nueva generación de talentos con nombres como El Kanka, Carmen Boza o María Rozalén. Todo irá bien mamá es el final de un largo proceso financiado por sus seguidores y en el que ha contado con el portugués Raúl Marques a la producción, así como con la colaboración de músicos como Héctor Rojo o Andrés Litwin, actualmente también pertenecientes a su banda de directo. El disco se convierte en muestra de un emocionante repertorio primigenio, ordenado por orden cronológico, en el que despliega toda su personalidad a la hora de abordar las canciones. Tuvimos la oportunidad de hablar con ella para que nos contase algo más acerca de este momento clave en su trayectoria.
Publicas ahora tu primer disco a pesar de llevar bastantes años haciendo canciones. Entiendo que no has querido precipitarte en este primer paso. ¿Cuáles son tus sensaciones actuales con él ya en la calle?
La verdad es que me gustaría haberlo sacado antes, no ha sido una cuestión voluntaria que se haya alargado tanto. Tengo amigos me traían de cabeza diciéndome que cómo podía ser que no tuviera ya disco. En ese sentido mantenía lo que tú dices, no tenía ninguna prisa y no era algo que me preocupase. Mientras tanto yo iba haciendo mis canciones. Pero desde que empecé con ello, hace ya dos años desde el micromecenazgo, se ha alargado demasiado para mi gusto y ya tengo la cabeza en el segundo. Algunas canciones me resultan un tanto antiguas, aunque yo las canto encantada. Estoy muy satisfecha con lo que hemos hecho. Han surgido dificultades y ha pasado por gente de más a nivel de producción, me parece, pero creo que ha salido muy bien a pesar de todo. Lo oigo "muy yo", y eso es un triunfo.
Has trabajado en él con músicos como Raúl Marques, Andrés Litwin o Héctor Rojo, contando además con colaboraciones puntuales como la de El Twanguero. ¿cómo has vivido el proceso de crecimiento de las canciones que has visto nacer?
Los músicos que han grabado en el disco, y la que es mi banda ahora, lo único que han hecho es sumar. Además de ser buenos músicos son súper creativos y tienen muy buen gusto. Prácticamente todo lo que proponen es la hostia, está chulísimo. Han conservado muy bien la esencia de la canción, vistiéndola con mucho cuidado. Se nota el cambio pero se mantiene la esencia de una manera sorprendente.
Destaca además la presencia de instrumentos de viento, con los que se recrea un ambiente muy interesante a lo largo del disco.
Raúl Marques (el productor) es trompetista esencialmente, y cuando empezamos a trabajar en el disco e íbamos premaquetando yo flipaba cuando entraban los vientos. No unos vientos clasicorros, por así decirlo, sino una cosa un poco decadente. Hay unos ambientes curiosos, con guitarras portuguesas que le dan un rollo fronterizo que no sabes muy bien de dónde viene pero que te engancha. Una sonoridad chula.
Las canciones del disco siguen un orden cronológico, como tú misma indicas en el libreto. ¿Se trata de un ejercicio literal de composición o de una recopilación de temas por orden de antigüedad?
A eso le di muchas vueltas. No quería que pareciera que una está compuesta detrás de la otra. Entre medias surgieron muchas otras que no están en el disco. Canciones que canto de vez en cuando, o que ya ni canto, y que se quedaron por distintas razones. Es una selección cronológica. Hay algunas muy antiguas, como las tres primeras. Little Pat es del 2008, me parece. Las siete restantes son ya muy recientes, de los tres últimos años para acá. Mamá es la excepción, que estaría la quinta o por ahí y que al final puse la última. Me sacaba de la onda del disco y la compuse aparte, dentro de un ejercicio en el que estaba, "Generación Ochentií", en el que se marcaban temáticas semanales y una de las que se propuso fue la de la maternidad. Hice esa canción como un juego y para salirme de la temática de desamor en la que estaba metida por entonces.
A la hora de escribir canciones puedes optar por la visceralidad y los asuntos personales, hablando de lo que te pasa a ti, o crear un personaje a partir del cual fantasear e imaginar historias que contar. ¿Tú te expones mucho personalmente?
Del todo. Me invento mis cosillas como licencias poéticas, lo que haga falta, pero mis canciones nacen de lo más profundo de mi ser. Son viscerales totalmente. De hecho hay muchos detalles que solo entienden personas muy cercanas a mí. Átame sí es una canción que de alguna forma me invento, y en la que estoy narrando una historia ajena a mí, con dos personajes metidos en una relación muy almodovariana, intensa y sufrida. Es algo que me parece muy curioso y que no se me da muy bien, a pesar de que también escriba relatos. Hay amigos que lo hacen muy bien, como El Kanka o el mismo Coppel, canciones narrativas en la que escogen un perfil de persona y se inventan una historia. Me parece una maravilla. A día de hoy no lo hago y si lo pienso todo puede parece una canción súper larga, en la que no paro de hablar de lo mismo: lo que yo veo, lo que siento, el ruido de la cabeza... Sí, mis canciones son viscerales, y soy yo totalmente.
¿Te causa eso algún tipo de reparo frente al público?
Pues mira, no. Lo que he tenido sobre todo ha sido miedo escénico, y me ha costado mucho trabajo encontrar mi forma de estar en el escenario. Es algo que le ha pasado a todos los artistas, de ahí que haya tanto yonki, alcóholico... Es muy potente, el plantarte delante de un montón de personas que te están mirando y a las que tienes que seducir. Como precisamente lo he pasado mal en el aspecto físico, a la hora de escribir siempre he sido muy libre y lo que decía era mi salvación. Nunca he tenido ningún problema con eso. A veces mi novio se sorprendía de lo que contaba, o incluso gramaticalmente, por el hecho de usar ciertas palabras como "movidas", por ejemplo.
Justo eso llama la atención en tus canciones. Elegir usar palabras a priori más vulgares en lugar de embellecer las frases con términos que puedan no representarte.
Me encanta ese contraste entre algo más intelectual, por decirlo de alguna manera, con palabras de las nuestras, de las que usamos a diario. Es algo que Krahe hacía como nadie.
Del arte del disco, así como el de la
web o el de los carteles, se ha ocupado Anabel Perujo "Pek". Supongo
que te sientes totalmente representada, ¿cómo ha sido relación de trabajo con ella?
Es
mi mejor amiga. Nos conocemos hace quince años y somos hermanas,
estamos en contacto a diario. Nos conocimos en Granada, donde ella hizo
Bellas Artes. Tenemos los mismo referentes culturales, bebemos de las
mismas fuentes todo el rato y quiero que me acompañe siempre. Con el
disco ha sido un proceso de meses a través de Skype, en sintonía total.
Conceptualmente fuimos juntas desde el principio hasta el final.
Estás en Madrid desde hace dos años aproximadamente. Supongo que más allá de establecerte en un lugar donde hay más gente que pueda escucharte, debe ser importante y enriquecedor esa oportunidad de relacionarte e interactuar con muchos otros artistas.
Eso ha sido sobre todo. Granada es una ciudad muy cultural pero no deja de ser más pequeña y cuando llegas aquí y te surgen un montón de planes para ver conciertos muy variopintos te enriquece mucho ver lo que la gente está haciendo, y cómo. Madrid es un buen resumen de lo que está ocurriendo en el panorama, tanto para bien como para mal. En estos dos años he visto lo equivalente a lo que podría haber visto y sentido en Granada en cinco. Va todo mucho más rápido, es mucho más inmediato. Un hervidero.
Granada siempre ha sido un importante epicentro cultural en todos los ámbitos, llegando incluso a estar mitificada. Viniendo de allí, ¿cuál es tu impresión?
Decía Miguel Ríos algo muy bonito, de lo que no me voy a acordar... Algo así como una ciudad borracha de su propia belleza. Es una ciudad preciosa en la que respiras un ambiente muy pasional. Estaba Javier Egea, Morente... hay mucho arte. Lo que se queda corto es el ritmo comparado con la agenda de otras ciudades.
Yendo a tus comienzos en Granada, ¿cómo fue entrando la música en tu vida? ¿Fuiste antes escritora que música?
Ha ido todo un poco a la vez. Yo siempre he escrito desde muy chica, y también cantaba. De hecho me presenté al casting de Menudas Estrellas (risas)... Bueno, una frikada. Cantaba mucho con el palo de la fregona, le cantaba a mi madre y le hacía que se diera la vuelta porque me daba vergüenza. Un día me regalaron una guitarra y empecé a tontear. También bailaba, de los cuatro años a los diecisiete, y en principio pensaba que iba a ir por ahí, pero no continué con eso. Se juntó lo de la guitarra con conocer La Tertulia, que es un sitio muy mítico de Granada. Ahí ha estado todo el mundo. Rollo Libertad 8 pero a otro nivel porque además es de argentinos y va mucho por el tango. Entré ahí por primera vez con catorce años y se me encendió la luz. Se me juntó todo, llegué a mi casa e hice una canción.
¿Y te diste cuenta de que se te empezaba a dar bien?
No se me hizo nada difícil escribir, controlaba por entonces un montón de escritores, aún no a los latinoamericanos, pero era muy fanática de las estructuras de rimas y de las figuras literarias. No me costó nada, y sin darme cuenta tenía además una especie de conocimiento musical, como que sabía un poco cómo se hacía una canción. Todo de una manera muy intuitiva, que es como me sigo moviendo.
¿Te preocupa en qué estilo se te pueda encuadrar o etiquetar?
Esas cosas me dan igual. La gente necesita nombrar las cosas, saber cómo presentarse en los sitios, pero al final genera mucha confusión. Al final cantautores somos todo los que hacemos las canciones y las interpretamos. Shakira, The Beatles, Björk y mil ejemplos más. Pero no me preocupa porque una vez vas al concierto ya ves lo que hay. Ni yo misma me sé definir, es la pregunta que más odio. Al final el artista se explicar por sí solo.
Has girado mucho hasta el momento. ¿Qué experiencias en directo destacarías? Recuerdo por ejemplo la gira "Carretera y Mantras", con Carmen Boza y Road Ramos.
Fue un mes y medio en el que hicimos veinte mil sitios.... Luego también montamos una gira muy grande con "Generación Ochentií", un movimiento de cantautores nacidos en los ochenta. Ahí estaba Rozalén, cuando aún no era tan conocida, Dani Fernán, Alberto Alcalá, Rocío Ramos, Petete, Muerdo... Estábamos un montón, también fue una locura. Y luego con Alberto Alcalá, como al principio con El Kanka, estuve girando a dúo por un montón de sitios de España. Me he movido mucho pero no demasiado sola, que es algo que estoy empezando ahora y me mola.
Estuviste también tocando en Colombia.
Estuve hace cuatro años por medio de Injuve. Quedé segunda, me parece. Toqué en el Círculo de Bellas Artes y también entré en un catálogo de artistas emergentes, que lo consultan organizadores de festivales. No sabía eso por dónde iba a salir aquello y de repente surgió lo de Colombia, donde llevaban tanto artistas emergentes como más famosos. De aquí fui yo con Xoel López. Y desde Argentina Lisandro Aristimuño, que soy fan total y canté con el. Estuve llorando una hora, vamos. Fue increíble.
En El tío de la tiza cantas "hay que hacer contactos, dicen algunos, yo prefiero un falafel". ¿Todo eso que se supone que hay que hacer para medrar en el mundillo te da una especial pereza?
Sí, tengo mucho pesar con eso. Es algo que es necesario pero que detesto si no sale de forma completamente natural. Me cuesta mucho trabajo acercándome a una persona por interés, y cuando me encuentro haciéndolo de alguna manera no me siento cómoda. Luego muchas veces es prejuicio por mi parte, y surge una conversación interesante que yo habría evitado. Pero sí, es lo que más pereza me da.
Luego está lo más casual o espontáneo. Después de tu primera presentación con banda en Galileo Galilei, Quique González compartía en redes sociales lo mucho que le habías gustado.
Yo lo flipé. No le conocí de primeras, no le reconocí bien, y me dice: "Oye, que me ha encantado, ¿de dónde has salido tú?", y mientras me decía esto pienso, "¡tú eres Quique González!". Y después puso aquello en Twitter, yo me quedé como en un nube.
¿Piensas en hacia dónde quieres llevar tu carrera? ¿cuál es tu actitud y filosofía al respecto?
Soy muy punkie para eso, no lo pienso mucho. Con hacer canciones que considere que están bien, dentro de lo que yo puedo hacer, y con dar buenos conciertos... eso es lo más grande que hay. Es un tesoro, me produce una felicidad como cuando venían los reyes magos. Esa es mi preocupación y mi ambición va por ahí. Y así me va bien, las cosas están saliendo solas.
Soy muy punkie para eso, no lo pienso mucho. Con hacer canciones que considere que están bien, dentro de lo que yo puedo hacer, y con dar buenos conciertos... eso es lo más grande que hay. Es un tesoro, me produce una felicidad como cuando venían los reyes magos. Esa es mi preocupación y mi ambición va por ahí. Y así me va bien, las cosas están saliendo solas.
Entiendo que es difícil analizarse a una misma de esta manera pero, respecto a lo que ves que se ofrece a tu alrededor, ¿crees que puedes estar aportando algo diferente?
Eso no lo sé, no tienes ninguna distancia respecto a uno mismo. La gente me dice que sí, que ocupo un hueco que no estaba cubierto, un pop rock ibérico fronterizo... ¡Volvemos a las etiquetas! Yo no tengo ni idea. Quizá puede partirse de la influencia que tengo del rock argentino, lo que ha hecho Charly García, Fito Páez, Spinetta. Es una forma de escribir muy sincera y de mucha calidad. No se me ocurriría un símil español con Charly García, por ejemplo, o con Cerati. Es algo visceral, auténtico, pero sin olvidar la parte lírica. También Rosendo es muy auténtico y a mí me encanta, pero para mí a veces se olvida de la poesía. Esa influencia la tengo yo de pleno, lo he estado bebiendo años seguidos y a lo mejor puede pasar por ahí esa diferencia que ve la gente en mí, en cuanto a cómo digo las cosas.
Texto de Bruno Corrales
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