Lidia Damunt en La Fábrica 09.04.14
Con Lidia Damunt suelen sucederse hasta tres tipos de reacciones: admiración, rechazo o cierta confusión seguida de un “¿Lidia qué?”. Mejor dejar claro que, a servidor, le ocurre lo primero. Inquieta y singular como pocas, Damunt tiene la fórmula para transportarte a mundos distintos, gracias a un imaginario propio que, incluso aunque no alcances a comprender en su totalidad agradeces en un panorama, el de la música popular, sobrecargado de clichés e historias mil veces contadas.
Pero esta vez era diferente, pues la cantautora murciana llegaba a La Fábrica para proponer un recorrido por cancioneros ajenos. Los de, entre otras, Violeta Parra, Mari Trini, Rocío Jurado o Lola Flores. Y es que en eso consiste Gramola, su nuevo disco de versiones, todo un juego –respetuoso pero juego al fin y al cabo- a través de canciones populares. Ese respeto se notaba durante la actuación, con una Lidia Damunt más contenida de lo habitual, sobre todo al enfrentarse a ese Volver a los diecisiete de Violeta Parra. “Me voy a poner seria”, nos decía tras aclararse la voz, poco después de confesar su amor odio por la armónica o agradecer la compañía de Clara Collantes a la guitarra, perfecta y dispuesta escudera en esta ocasión, también participante en la grabación del disco.
Pero esta vez era diferente, pues la cantautora murciana llegaba a La Fábrica para proponer un recorrido por cancioneros ajenos. Los de, entre otras, Violeta Parra, Mari Trini, Rocío Jurado o Lola Flores. Y es que en eso consiste Gramola, su nuevo disco de versiones, todo un juego –respetuoso pero juego al fin y al cabo- a través de canciones populares. Ese respeto se notaba durante la actuación, con una Lidia Damunt más contenida de lo habitual, sobre todo al enfrentarse a ese Volver a los diecisiete de Violeta Parra. “Me voy a poner seria”, nos decía tras aclararse la voz, poco después de confesar su amor odio por la armónica o agradecer la compañía de Clara Collantes a la guitarra, perfecta y dispuesta escudera en esta ocasión, también participante en la grabación del disco.
El concierto, de corte acústico y familiar, con la gente abarrotando el lugar y sentada en el suelo, iba a ser corto (diez canciones), pero eso no iba a impedir escuchar y contemplar la evolución de Damunt, que se dejaba llevar y se iba desatando poco a poco al repasar canciones ya de su propio repertorio. Desde la frenética Echo a correr a los Aloes de 50 metros (por lo menos), con la que terminaba todo. Exhaustas por el calor pero satisfechas ante un público respetuoso -y quizá pelín achispado, ¿hemos dicho que regalaban cócteles?-, que se apostaba incluso en las escaleras, tras el escenario. Imperdible la gira de Gramola, hoy en Murcia, mañana en Valencia y el sábado en Barcelona, así como las sesiones organizadas por Notodo.com en La Fábrica.
Texto de Bruno Corrales
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