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Señor Mostaza: "Siempre hemos sido muy músicos, para bien y para mal"

Luis Prado y Alejandro "Boli" Climent, durante el último concierto de la banda en Clamores.
Desde Valencia, y sin perder las viejas costumbres, Señor Mostaza sigue dando pasos adelante sin mayores preocupaciones más allá de lo musical, un valor y un espíritu de doble filo. A comienzos del pasado 2013 llegaba Delitos y Faltas (Hall of Fame Records), quinto disco -y cuarto largo- de la banda liderada por el pianista Luis Prado, nuevo derroche de pop de factura impecable producido por Carlos Raya (Fito & Fitipaldis, M-Clan, Quique González). Poco antes de sus conciertos en Madrid (13 de marzo, Clamores) y Valencia (28 de marzo, El Loco), tuvimos la ocasión de charlar con Prado sobre pasado, presente y futuro de una banda que para muchos es poco menos que un tesoro escondido en el panorama musical de nuestro país.


Son más de 10 años de trayectoria de Señor Mostaza, cuatro largos publicados con Hall of Fame Records en los que, además, siempre habéis contado con Carlos Raya a la producción. Sorprende la estabilidad, ¿cuáles crees que son las principales razones por las que todo se ha mantenido de esta forma?
Creo que intentar hacer las cosas más o menos bien, supongo que mantienes las constantes. Es cierto que al principio hubo un período en el que intentamos dar ese salto a un sello más grande, y parecía que había ofertas, pero al final no fructificaba nada y optamos por seguir el camino con Hall of Fame, que es un sello muy modesto pero como de la casa. Al final todo se mantiene porque todo funciona, aunque eso no quiere decir que estemos atados a nada de por vida. Yo no descarto que alguna vez nos autoproduzcamos o algo así... Tampoco sé decirte una razón especial, digamos que más o menos te compensa esa fidelidad a ciertas cosas.

De los discos de The Flauters a los de Señor Mostaza hubo un gran cambio de sonido, pero en adelante también habéis ido matizando algunos aspectos. ¿Qué tipo de retos os váis planteando en este sentido?
El reto suele ser que la canción llegue lo mejor posible. Hombre, con The Flauters empezábamos de cero. Íbamos a un sitio que casi ni siquiera era un estudio y jugábamos a producir un disco. Suena todo mucho más pequeñito. En fin, eran sitios muy amateur pero muy divertidos, y tremendamente baratos (la Casa de la Cultura de Manises), con lo que nos tirábamos dos meses grabando como si fuera el Sgt. Pepper's. La obsesión de Carlos Raya siempre era que en disco se pudiera plasmar un poco la fuerza del directo, lo que el percibió cuando nos vio en directo. Esa es, digamos, una de las intenciones. Luego hay canciones más sofisticadas. A veces Carlos decía: “en este trozo voy a quitar el piano, a ver qué te parece”, y eso es algo que si igual no te lo dice alguien externo no se te ocurre. Al final nuestra intención es -esto es muy simple- que quede bien (risas). Que por un lado se refleje lo que somos los cuatro tocando juntos, y que por otro no te repitas demasiado. Pero al final todo se resume en darles a las canciones el mejor envoltorio posible.

Hay además varios matices en el último disco, Delitos y faltas. Guitarras acústicas, la introducción de vientos... 
Con el primer disco estábamos un poco flipados con ir a grabar con piano de cola y tal, y quizás es más crudo en ese sentido. Lo de los vientos y cuerdas es algo que siempre apetece, pero es costoso. Hay que encontrar a gente que toque bien y hay que hacer un buen arreglo. Supone invertir más tiempo y dar con el arreglo, y este disco parece que tenía tres o cuatro momentos para ello. Tanto los vientos como las cuerdas nos los curramos y yo creo que quedó bastante bien.

Hay además varios momentos de prácticamente virtuosismo, como si de alguna forma se os quedara pequeña la estructura de la canción pop y quisierais experimentar e improvisar.
Luis Prado
Nosotros es que también, y sobre todo en el local, somos muy de hacer jam, una cosa un poco onanista que tenemos los músicos. Pero eso puede ir un poco en contra de transmitir la canción. Metemos más momentos de esos en el directo, a lo que llamamos “dejarnos llevar”. Hay que encontrar el equilibrio porque a veces mola y a veces puede lastrar un pelín la canción. Puede que en cierto sentido la canción pop como tal, más que quedar pequeña sea un poco restrictiva. Hay veces que te entran ganas de hacer como The Black Crowes, que de repente se tiran cinco minutos tocando, pero al final en un disco prefieres apostar por la canción, y ya en directo dejarte llevar por esos momentos, a ver si surge la magia.

Uno de los que considero es punto fuerte de la banda es que, en cuanto a temática y letras, no recurrís a los clichés habituales. No solo por tu peculiar sentido del humor, sino por la falta de reparo al hablar de cotidaneidades o asuntos felices, optimistas. Suele llamar bastante la atención, quizá en contraposición de grupos que buscan ser demasiado transcendentes o profundos.
Está bien que lo digas porque luego otros me dicen que son letras muy pesimistas. Suelo decir que tienen un punto tragicómico que, depende dónde te pille, te puedes tomar más en serio o más en broma. Yo reconozco que intento hacer letras de lo que me inspira, e intento ser original en el sentido de hablar de algo que no me suene a que me lo hayan contando ya, no al menos de esa forma. 

¿Hay grupos que han podido influenciarte en este sentido?
Reconozco que no. Cuando empezaba a hacer letras con The Flauters, Paco y yo nos fijábamos más en la musicalidad de los grupos que nos gustaban entonces. Te hablo de Los Ronaldos, de Radio Futura... de cómo encajaban las palabras. Yo siempre digo que me influye lo que llamo la rima fácil, que de tan fácil a veces me parece original como en las canciones que hacía Siniestro Total, o quizá algunas letras de Vainica Doble también. Pero no sé decirte más gente. E igual a veces el secreto es ese, no querer parecerte a nadie.



Decías antes que eres de los que hace primero la música. No sé si en este caso es así, pero sorprenden temas como “Te veo siempre”, donde musicalmente hay una gran coherencia con el mensaje verbal que luego se transmite. ¿Le das muchas vueltas para llegar a este tipo de cosas?
Paco Tamarit
A las letras, sí. Siempre digo que hay un contraste bastante fuerte entre la música y la letra. Hacer la música suele ser una cosa bastante espontánea, muchas veces está hecha en el momento, en lo que dura una estrofa y un estribillo. La letra es algo mucho más cerebral, de ir dejando pasar el tiempo e ir metiendo cosas ahí dentro. Hay algunas que me llevan mucho tiempo y algunas que no acabo nunca. Esta canción remite mucho a los inicios de las canciones de Madness, y le va muy bien esa letra obsesiva, un poco alucinada. Supongo que la música me pedía eso. Muchas veces la música te marca por dónde puede ir la letra, y a veces simplemente por contraste te da por hacer una letra que es contraria a la música, dándole un punto irreal que igual mola.

Tenéis un fiel grupo de seguidores de los que es normal escuchar todo aquello de “cómo es posible que no gustéis a más gente”, a vueltas con la repercusión que deberíais o no tener. ¿Pueden llegar incluso a relajar este tipo de halagos? ¿Los tienes muy en cuenta?
A veces incluso te sabe un poco mal por la gente que te lo dice (risas). Pero el mundo de la música tampoco está hecho para ser... no sé si justo. También hay que saber estar en el sitio que toca. Nosotros, la verdad es que siempre hemos sido para bien y para mal muy músicos, y nunca ha sido nuestro fuerte el planificar nuestra carrera. Luego sí que ha habido momentos en los que igual hubiera venido bien tener la mano de un intermediario influyente en ese sentido, no sé si sello potente o promotora. Pero como eso no ha pasado tú tienes que seguir haciendo tu camino y tus cosas, y ya está. 

Si a veces es complicado encuadraros en un género musical, también es complicado hacerlo en cuanto a los habituales círculos que pueden crearse a través de medios o sellos. En cuanto a medios fuertes, Efe Eme os presta mucha atención, y es cierto que cuando hay disco nuevo aparecéis en muchos otros con facilidad, pero puestos a pensarlo no sabría en qué cajón meteros.
Eso creo que ha sido una constante en nuestra carrera, lo cual es curioso porque a mí siempre me ha dado la sensación de hacer una música nada extraña, ¿no? Es curiosa esa dificultad de no saber decir si esto es mainstream, indie... En cierto modo, es un punto a favor. Nunca se me ocurriría hacer música siguiendo una moda o una corriente. Si entras dentro de una corriente, bien, y si no pues nada. A lo mejor es signo de originalidad también.

Alejandro "Boli" Climent
Volviendo al directo, ahora tenéis dos conciertos con la banda al completo aunque también manejáis otras opciones como los llamados “pianoacústicos” (a dúo, Paco y tú). El último concierto en Madrid fue uno de ellos, donde además os acompañó Manu Clavijo al violín, ¿cómo resultó la experiencia?
Muy bien, Manu era fan y ya nos lo había propuesto varias veces. Él solía venir a vernos en los conciertos, y en este caso, al ir Paco y yo solos, era un poco más fácil meter el violín. Nos liamos mutuamente y al final acabó tocando en 3 o 4 temas sin haber ensayado previamente juntos (igual la prueba de sonido). Manu es un crack y estuvo muy bien.

El jueves volvéis a Clamores, un templo del jazz madrileño que hace años se abría a otros géneros. ¿Tiene algo de especial para vosotros? Sobre todo entendiendo las características del lugar, con la gente sentada, lo que puede propiciar que el público esté realmente escuchando y quizá mejore la comunicación entre canciones.
Sí que tiene un punto que me gusta con lo de la gente sentada. Me gustan las dos cosas, pero es cierto que esta sala a veces propicia un tipo de rollo y además es una sala que suele sonar muy bien, así como Galileo. Desde el escenario siempre me ha sonado genial, de los conciertos en Clamores los cuatro tenemos muy buen recuerdo, ha habido días geniales. Aunque también estuvimos muy bien en Costello o durante el último, cuando presentamos el disco en Moby Dick.

Otro punto recurrente al hablar de vosotros es la multitud de colaboraciones que soléis realizar para otros músicos, formando parte de giras y grabaciones importantes. Entre otras cosas, sé que últimamente participaste en el disco de Los Zigarros, y entiendo que Alejandro continuará con Fito en adelante. ¿De cuáles estás más orgulloso?
Un poco de todas porque mola que te llamen para tocar. En mi caso particular, quizá destacaría los dos últimos años que estuve con Miguel Ríos. Es algo que no me esperaba mucho... Fue todo muy rápido, me llamaron para grabar y de repente se montó la banda. Ha sido una de las mejores aventuras que he tenido. Pero vamos, que también he estado junto a Boli en muchos disco de Ariel Rot, en el último también estamos ahí. 

¿Siguen surgiendo entonces?
Ahora mismo, después de lo de Ariel y lo de Los Zigarros no sé nada. También es cierto que el hecho de que te llamen para grabar para otros quizá haya ido un poquito a menos porque cada vez los presupuestos de grabaciones son menores. Sí lo he notado, pero no me quejo porque siempre han ido saliendo cosas. Boli, ni te cuento, él está ahora con Quique González también, él y Edu, e imagino que retomará con Fito cuando se ponga otra vez a la faena.

Algo muy diferente fue lo que hiciste hace ya un par de años, trabajando en la banda sonora del documental El Efecto K. ¿Cómo resultó la experiencia? Supongo que es un trabajo muy diferente, el musicalizar una obra.
Sí, totalmente, aunque yo realmente hacía las músicas sin ver ninguna imagen. Ellos me iban dando indicaciones y optaron porque yo fuera haciendo temas, secuencias, fondos. Les fui enseñando y ellos me decían lo que les podía acoplar. Casi siempre lo trabaje así. Es muy diferente porque al hacer la música de una película no tienes que centrar tanto la atención, al contrario que con una canción en la que tienes dos minutos y quieres decir mucho en poco tiempo. Lo hice un poco a mi manera, un poco amateur, con un programa de edición musical muy básico, algunas grabaciones caseras y mucho midi también. Me gustó la experiencia, aunque es complicado. En cuanto a si mola o no, tienes más seguridad cuando haces una canción. Con esto no estás tan seguro, necesitas que te den el visto bueno.

Me gustaría hablar de tu relación con la batería, ¿es una espina clavada que poco a poco vas aligerando? Vemos que vas publicando varios vídeos “tocando por encima”, y últimamente colaboraste con uno de los proyectos de Paco.
Sí, pero me puse a tocar la batería hace tiempo. La batería de los primeros discos de Señor Mostaza las tocaba yo antes de contactar con Edu, en Pianoforte EP y en Mundo Interior. Luego, además estuve una temporada con Malcom Scarpa -una enciclopedia de música andante- y con Caballero Reynaldo. En los discos de Paco casi siempre acababa tocando un par y en este he tocado casi todas. Cada cierto tiempo está ahí, lo que pasa es que ahora he colgado más vídeos de esos (risas).

No sabía realmente hasta qué punto podía ser una curiosidad o un instrumento que también dominas, al destacar en tu faceta como pianista.
Es un instrumento que me gusta y a lo tonto el otro día pensaba: “si es que llevo veinte años tocando la batería”. Pero he tocado mucho más en grabaciones que en directo. También hice alguna cosilla en el disco aquel de Ariel Rot, Dúos tríos y otras perversiones, en el que hice La mirada del adiós. Pero eso nos pasa a muchos, que nos cansamos de instrumentos y vamos pasando a otros. También Boli estuvo haciendo los teclados con M-Clan hace tiempo. Es otro modo de relacionarte con la música y cono las canciones. Reconozco que la batería me gustó mucho, y el piano yo creo que te da ventaja, quizá porque hay que pensar más (risas). Ya el hecho de llevar las dos manos te obliga a racionalizar mucho más que con la guitarra. Con la guitarra puedes tocar un poco más al azar, poner una postura que no sabes muy bien por qué pero suena bien, y realmente no sabes qué notas estás haciendo. En el piano lo tienes que saber. La dependencia rítmica del piano hace que cuando te pones con la batería te resulte más fácil asimilarlo.

¿Ha cambiado mucho tu actitud con los años respecto a lo que esperas de la música?
Es diferente, antes era un poco aventura, como salir de tu casa. Pero sin darte cuenta te profesionalizas mucho, en el buen sentido. Aprendes mucho, te haces un poco más sofisticado y tienes un mayor abanico de cosas que cuando empiezas, que eres más monolítico. Te gusta esto y lo otro no lo quieres oir. Pero hay una eferverscencia entonces que es difícil de conservar. Decir, por ejemplo: “vamos a tocar a Soria”, y te vas.



De todos modos, entiendo que ves sobre todo ventajas. Eres optimista en este sentido.
Sí. Cuando te vas haciendo mayor, lo que de verdad cuesta es encontrar algo que te vuelva completamente tarumba. Vas descubriendo cosas, pero es más complicado esa sensación de flechazo, de volverte loco descubriendo a los Beatles y terminarte toda la discografía. O a los Kinks, o a David Bowie. Ese punto irracional, en el que ibas en el coche con tus padres y te tenían que poner la cinta a todas horas. Hay que reconocer que eso se pierde un poco, pero también te haces más abierto a cosas que igual antes despachabas diciendo: “esto no es lo mío”. Luego está lo del streaming, de repente tener acceso a todo, que abruma un poco. Va en consonancia con lo de antes. Recuerdo poner el mismo vinilo y escuchar incluso las que no te apetecía escuchar mucho, y con Spotify vas a toda leche.

Pero el hecho de escuchar un disco completo es difícil. Y desde el punto de vista del compositor puede suponer pensar: “para qué voy a hacer 14 canciones si nadie lo va a escuchar todo”.
Esto también pasa un poco, es un momento de ir hacia no se sabe muy bien qué. Te cuesta pensar en alguien oyéndote una hora completa. Reconozco que además, con su punto hortera que tienen, los discos conceptuales me gustaban. Los tenía grabados en una cinta de 90'. Ahora cuesta estar sin ir a ver esto otro, como con el zapping. Y ahí viene otra vez la reflexión acerca de la canción, pensar: “si me hago un poco pesado pasan a la canción siguiente, ¡y espero que sea mía!” (risas).

Por ir terminando, ¿hay algunos planes futuros confesables con Señor Mostaza?
La verdad es que no. De hecho, es una de las cosas que da la familiaridad de la que hablábamos. Vamos a presentar un poco más Delitos y faltas, haremos unas cuantas cosas con banda de aquí hasta el verano y algunos pianoacústicos Paco y yo, intentando ir a sitios donde no hayamos estado antes. Por Andalucía, por ejemplo, que no hemos estado casi. Y se barrunta alguna cosa, tipo concierto íntegro de los Stones, pero está por definir. Mientras tanto, van surgiendo canciones poquito a poco, digamos que estamos en la fase de canciones “que tienen música”. Hay que esperar un poco, y si a finales de verano vemos que hay material lo más problable es que entremos a grabar algo. También a veces se plantea grabar algún directo, pero es algo que hay que hacer muy bien, con una buena infraestructura. No lo descartamos, el siguiente disco queremos que sea diferente en algún sentido.
Texto de Bruno Corrales
Fotografía: Amanda Tijeras

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