Satélites, paranormales y otras filias

Para Normales + Somos La Herencia en RRR Club (09.03.13)

Tardanza: detenimiento o retraso en el desarrollo de una acción. Pues eso es lo que me ha pasado con esta crónica, y con otra que tengo bailando por ahí… Mátenme en Rock Sumergido… 

El pasado sábado 9 de marzo, hace ya un par de semanas, estuvimos en el concierto de Para Normales (en la foto), que actuaban en Madrid, en el RRR Club. Lugar curiosamente paradójico, donde el rock and roll debe llevar zapatos de charol que brillen bien entre las fotos proyectadas de los guapos del indie rock. 

Para Normales tocaban los primeros, y venían a presentarnos su último EP de cinco cortes, He perdido el día, editado este mismo mes con La Produktiva Records, así que venían con él recién sacado del horno. Todo un lujo. Ellos son Ana (batería), David (guitarra) y JC (bajo y voz), y es mejor que se nos quede el nombre, porque estarán tocando en el Sonorama de este año. Ellos hacen eso que llaman rock alternativo, un término en el que nos podemos perder si no nos ponemos unas gafas 3D… Quizás hacen rock para normales, y entiéndanme, me refiero a un rock fácil de escuchar, y que inmediatamente te mete en su atmósfera. Fue un concierto no muy largo, donde destacamos su canción publicada en la web del grupo, El cielo es negro. 

El contra punto de la noche fue Somos la Herencia, a cuyas letras turbias, rezumantes de bizarrez, y a cuyas actuaciones gamberras, ya estamos más que acostumbrados – y me encantan cada día más. Soltaron perlas que entendimos los que leemos entre líneas, y nos regalaron himnos presentes en sus EPs que ya todos coreamos a voz en grito. Las ruinas de la ciudad, La nueva fe del horror, y aquello de “hay que devolver la arquitectura al hombre” ya forman parte del imaginario colectivo de una revolución que está muy cerca. Sus letras en pro de un cambio o de una destrucción resumen muy mucho la nueva escena de grupos que tenemos delante ahora mismo. Nos empujamos, nos reímos, nos entró rabia, y gritamos. Gracias por esos momentos.

Texto de Paula Fernández