Automatics en El Sol (25.01.13)
Los noventa habían dormido. Pero cuando despertaron el viernes pasado, Alice seguía allí. La sala El Sol fue la encargada de encender el despertador, con su ciclo Dichosos 90s, y creo que fue la única alarma que pondríamos una y otra vez, viviendo en el día de la marmota, de continuo –por favor.
Los Automatics estaban ahí, a menos de un metro. Pasadas las diez y media, la sala, repleta de gente, y después de doce años de su separación, abrieron la noche con su Cesárea, del 94. El parto no iba a ser fácil. Siempre tenemos esa especie de sensación dentro de que o te van a encantar o vas meter el disco en un cajón en cuanto llegues a casa. Es muy injusto. Comenzaron su repertorio con Open Space, y yo creo que ahí ya podía estar escuchándoles durante toda la noche, hasta que amaneciera en la Sol.
Poncho apareció con sombrero y poncho encima, mientras en el ampli un stencil rezaba su nombre entre los poros de la música. En increíble sencillez, tocaron como si no hubiera pasado el tiempo. El ruido, seguía siendo el ruido. Las melodías seguían sonando a los noventa de los británicos de Linares, y el humo cubría las altísimas expectaciones que todos teníamos encima. Nos ganaron con la primera, y siguieron hacia arriba con Suicide. La gente coreó todas y cada una de las líneas de TV Preacher, mientras Jose sonreía de forma tímida, sin acabar de creerse que estaban ahí. Con una mirada que no dejó de recordarme al genio Craig Nicholls, se apoyaba en el micro, como sólo lo puede hacer él, cantando Emilio, se despeinaba con Psychofucker y pateaba con una sonrisa mientras nos enamoraba el punteo de guitarra de Stupid Boys. Los fotógrafos se acercaban a todo lo que pasaba encima del escenario, cada cambio ahí arriba era vulnerable a ser fotografiado. French Boyfriend se nos pegó una vez más en la cabeza, y salvo cuando tocaron Between Two Stars y My Way, basaron el resto de su repertorio en el Space Rock Melodies del 97. Tuvimos que esperar hasta la docena de canciones para que después de To Be Alive, estallaran con su Watch Over You, creo que la canción que más llenó mi habitación durante todas estas semanas. Himno nacional de los noventa, fue uno de los picos de la noche, que no dudaron en aprovecharlo los amigos de subirse al escenario. Continuaron con Swayfest, y cerraron con Electric Captain justo después de versionar a los padres de todo, orígen de su nombre, máximo exponente del año 89, a los que están en un trono de miel y lluvia, con Sidewalking, de los Jesus and Mary Chain.
Y así pusieron punto y casi final a una noche de distorsión y humo rojo, pero todavía nos esperaba un bis, aplaudido y pedido en masa. Creep Down nos los devolvió un ratito más, con una voz dulce, y con todo el cariño puesto en cada letra. Jose cerraba los ojos, con las manos en el micro, y nos regaló Pop Star, terminando el concierto –ya legendario– con una versión empapada en ruido de Revolution, de Spacemen 3.
Eché mucho de menos Noise Monkey, o la preciosa Holidays in Montpellier. Pero yo al menos, se lo perdoné todo. Y no solo no metí el disco en el cajón, si no que no han dejado de sonar.
Texto y fotografía de Paula Fernández
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