Hoy es el día. Vuelve Le Punk por todo lo alto. A las nueve de la noche, volverán a reunirse sobre el escenario de Joy Eslava Alfa (voz y guitarra), Joe Eceiza (guitarra), Dani Patillas (bajo), Nacho Labrador (batería), Franky González (saxo), Alejandro Serrano (trombón) y Fernando Alonso (trompeta), la misma formación que registraba y defendía Mátame, tercer disco de la banda. Un álbum que trajo mayor repercusión y éxito, justa recompensa tras una década de trabajo, pero que por desgracia ayudó a acumular el suficiente desgaste personal como para pensar en dejarlo. A comienzos del año 2010, la banda se desintegraba sin mayores dramas, una separación amistosa que con el tiempo ha dado lugar a lo que podremos disfrutar esta noche, un verdadero homenaje a una banda y a su público, con las ganas desbordadas. Desde Rock Sumergido quisimos saber cuáles eran las sensaciones previas, así que nos acercamos a El Salón de Joe de la Alameda de Osuna para charla con Alfa y Joe Eceiza. Esto es lo que nos contaban
La posibilidad de vuestro retorno surgió en verano. ¿Pasó algo en concreto que lo desencadenara todo?
Alfa: Me pasó que había tenido un día fatal, de esto que tienes un día malo en el curro y tal. Me puse con el ordenador, y no sé que estaba haciendo o qué estaba abriendo, pero la cosa es que saltó el iTunes -que no lo utilizo por defecto- y estaba un disco de Le Punk. Sonó La Piedra, que era la primera, y me dio una cosa... Pensé: "qué bueno es esto". Bajé a llamar a Joe, que no tengo cobertura en casa (risas), lo hablamos y luego ya llamamos al resto de la gente.
¿Y empezastéis a ensayar con la decisión ya tomada o un poco a ver qué pasaba?
Joe: No, ya estaba la decisión tomada. Fuimos a por el concierto, a por todo. La llamada fue en plan: “¡Vamos a tocar!” (risas).
Una vez en el local, ¿cómo fueron las primeras sensaciones?
J.: Increíbles. Fuimos primero un día Alfredo al local para mirar un poco, para coger una guitarra y recordar lo que hacíamos. Empezamos a apuntar y a sacar canciones en una pizarra y pensamos: “Qué barbaridad de repertorio tenemos”. Ya se nos había olvidado, pero qué variedad de repertorio, cuántas canciones cojonudas y cuánto curro habíamos hecho ya... La sensación fue pensar que estaba tirado, que lo teníamos ahí, en la mano. Tuvimos muchas ganas de cogerlo y de disfrutarlo.
Después de haber estado los últimos años dando conciertos en su mayor parte acústicos, a través de vuestras carreras en solitario, ¿echabáis de menos ese despliegue en el escenario que ofrece Le Punk?
A.: Hombre, yo personalmente sí. Joe no lo sé porque ha hecho más conciertos con Rubén (Pozo) y tal, en eléctrico. Yo llevo sin rocanrolear un montón de años a lo tonto... Desde el fiinal de Le Punk he hecho muchos conciertos acústicos, me he hinchado a tocar por toda España con la guitarra acústica. No tiene nada que ver, tengo muchas ganas de pillarlo, muchas ganas.
Los demás, ¿se lo tomaron todos igual de bien?
A.: Todo el mundo parece que estaba esperándolo. Estaba todo el mundo como: “¿Nos juntamos? ¡Sí! ¡claro, tío!”. De hecho, lo primero que hicimos fue quedar todos para emborracharnos, al estilo Le Punk. Quedamos aquí todos un día. El técnico de sonido, todo el mundo. Nos pillamos un ciego grandísimo y a la mañana siguiente ya se había refundado Le Punk.
Con el anuncio de vuestro regreso quisistéis dejar claro que volvéis a un ritmo diferente, con la idea de hacer conciertos cada cinco o seis meses y grabar discos sin ninguna prisa. Esta filosofía inicial, ¿se va manteniendo o pensáis que el futuro puede deparar sorpresas?
J.: Se mantiene, se mantiene. No hemos ni empezado. Lo bueno ahora es disfrutar, como decía antes, las canciones y todo el trabajo que ya hemos hecho. Disfrutarlo y seguir con nuestras cosas cada uno, con calma. No hay prisas ni obligaciones.
A.: Lo primero que tenemos que hacer es tocar. Nos hemos juntado para tocar y las sensaciones que salgan de este concierto van a ser esenciales para ver cómo nos lo tomamos. En ningún caso va a ser retomar la carrera siendo el principal de nuestros trabajos cotidianos. Primero vamos a ver qué sucede. Probablemente, cuando hagamos el concierto estaremos dispuestos a todo. A la mañana siguiente estaremos pensando en volvernos a juntarnos.
J.: Sabemos lo que significa involucrarse con un grupo, y eso ya es imposible porque las vidas cambian. Las ganas de hacer otras cosas... La involucración era tal que es difícil repetirla.
A.: Aquello es que era una secta, claro. Estábamos todo el día juntos, bebíamos y cenábamos juntos. Hacíamos vida juntos. Banda de libro, ¿sabes? Y eso no lo vamos a volver a hacer. Es algo que tiene su momento, una vez se acaba deja de ser divertido y a uno le apetece hacer otras cosas. Pero bueno, ahora queremos recoger todo lo que hemos sembrado, todo el trabajo que hemos hecho y plantearnos que de vez en cuando, ya con el oficio que tenemos a las espaldas, podamos hacer cosas nuevas.
Esa perspectiva puede ayudar también a no cometer algunos errores.
A.: Cuando uno es más jovencito comete unos errores y cuando es más mayorcito comete otros. Así que supongo que ahora cometeremos los siguientes (risas). Los de antes no.
J.: ¡Esperemos, esperemos! (risas)
La posibilidad de vuestro retorno surgió en verano. ¿Pasó algo en concreto que lo desencadenara todo?
Alfa: Me pasó que había tenido un día fatal, de esto que tienes un día malo en el curro y tal. Me puse con el ordenador, y no sé que estaba haciendo o qué estaba abriendo, pero la cosa es que saltó el iTunes -que no lo utilizo por defecto- y estaba un disco de Le Punk. Sonó La Piedra, que era la primera, y me dio una cosa... Pensé: "qué bueno es esto". Bajé a llamar a Joe, que no tengo cobertura en casa (risas), lo hablamos y luego ya llamamos al resto de la gente.
¿Y empezastéis a ensayar con la decisión ya tomada o un poco a ver qué pasaba?
Joe: No, ya estaba la decisión tomada. Fuimos a por el concierto, a por todo. La llamada fue en plan: “¡Vamos a tocar!” (risas).
Una vez en el local, ¿cómo fueron las primeras sensaciones?
J.: Increíbles. Fuimos primero un día Alfredo al local para mirar un poco, para coger una guitarra y recordar lo que hacíamos. Empezamos a apuntar y a sacar canciones en una pizarra y pensamos: “Qué barbaridad de repertorio tenemos”. Ya se nos había olvidado, pero qué variedad de repertorio, cuántas canciones cojonudas y cuánto curro habíamos hecho ya... La sensación fue pensar que estaba tirado, que lo teníamos ahí, en la mano. Tuvimos muchas ganas de cogerlo y de disfrutarlo.
Después de haber estado los últimos años dando conciertos en su mayor parte acústicos, a través de vuestras carreras en solitario, ¿echabáis de menos ese despliegue en el escenario que ofrece Le Punk?
A.: Hombre, yo personalmente sí. Joe no lo sé porque ha hecho más conciertos con Rubén (Pozo) y tal, en eléctrico. Yo llevo sin rocanrolear un montón de años a lo tonto... Desde el fiinal de Le Punk he hecho muchos conciertos acústicos, me he hinchado a tocar por toda España con la guitarra acústica. No tiene nada que ver, tengo muchas ganas de pillarlo, muchas ganas.
Los demás, ¿se lo tomaron todos igual de bien?
A.: Todo el mundo parece que estaba esperándolo. Estaba todo el mundo como: “¿Nos juntamos? ¡Sí! ¡claro, tío!”. De hecho, lo primero que hicimos fue quedar todos para emborracharnos, al estilo Le Punk. Quedamos aquí todos un día. El técnico de sonido, todo el mundo. Nos pillamos un ciego grandísimo y a la mañana siguiente ya se había refundado Le Punk.
Con el anuncio de vuestro regreso quisistéis dejar claro que volvéis a un ritmo diferente, con la idea de hacer conciertos cada cinco o seis meses y grabar discos sin ninguna prisa. Esta filosofía inicial, ¿se va manteniendo o pensáis que el futuro puede deparar sorpresas?
J.: Se mantiene, se mantiene. No hemos ni empezado. Lo bueno ahora es disfrutar, como decía antes, las canciones y todo el trabajo que ya hemos hecho. Disfrutarlo y seguir con nuestras cosas cada uno, con calma. No hay prisas ni obligaciones.
A.: Lo primero que tenemos que hacer es tocar. Nos hemos juntado para tocar y las sensaciones que salgan de este concierto van a ser esenciales para ver cómo nos lo tomamos. En ningún caso va a ser retomar la carrera siendo el principal de nuestros trabajos cotidianos. Primero vamos a ver qué sucede. Probablemente, cuando hagamos el concierto estaremos dispuestos a todo. A la mañana siguiente estaremos pensando en volvernos a juntarnos.
J.: Sabemos lo que significa involucrarse con un grupo, y eso ya es imposible porque las vidas cambian. Las ganas de hacer otras cosas... La involucración era tal que es difícil repetirla.
A.: Aquello es que era una secta, claro. Estábamos todo el día juntos, bebíamos y cenábamos juntos. Hacíamos vida juntos. Banda de libro, ¿sabes? Y eso no lo vamos a volver a hacer. Es algo que tiene su momento, una vez se acaba deja de ser divertido y a uno le apetece hacer otras cosas. Pero bueno, ahora queremos recoger todo lo que hemos sembrado, todo el trabajo que hemos hecho y plantearnos que de vez en cuando, ya con el oficio que tenemos a las espaldas, podamos hacer cosas nuevas.
Esa perspectiva puede ayudar también a no cometer algunos errores.
A.: Cuando uno es más jovencito comete unos errores y cuando es más mayorcito comete otros. Así que supongo que ahora cometeremos los siguientes (risas). Los de antes no.
J.: ¡Esperemos, esperemos! (risas)
Cuando ya habíais decidido el regreso, ¿la idea de hacerlo en Joy Eslava surgió también rápidamente? Porque es una sala que llenastéis en 2008 tras una intensa promoción de vuestro tercer disco, Mátame, pero tras más de tres años sin actividad puede ser algo valiente.
J.: Cuando lo decididimos salieron dos salas. El último concierto de Le Punk fue en Caracol, y quizá era una idea inicial, lo lógico y lo normal por aforo y por muchas cosas. Pero hablamos con el que había sido nuestro manager, y entre nosotros lo hablamos, y dijimos: "Bueno, tíos, ¿y una Joy?". Va a ser un concierto homenaje a nosotros mismos, yo creo que podemos intentarlo. Y a todo el mundo le pareció bien. Para nosotros ha sido quizá el concierto culmen en nuestra carrera, uno de los momentos más increíbles que hemos vivido. Hay varios, desde luego, pero ése es uno de ellos. Nos pareció un sitio bonito, además de que es una sala preciosa para tocar y que suena de puta madre. Pero también es un órdago.
A.: A nivel personal queríamos elegir el mejor escenario de todos para hacerlo lo mejor posible. A nivel económico ya veremos a ver. Eso es otra peli.
Aquel día tuvistéis varios invitados especiales. ¿Esta vez podemos esperar algo por el estilo o es algo más en familia?
J.: No, nosotros solos.
A.: No queremos compartirlo con nadie (risas). Les invitaremos para que vayan, por supuesto.
J.: Pero no, no hay sorpresas.
Ser músico es una profesión, pero inevitablemente siempre es algo más y los regresos de las bandas son muy cuestionados. En vuestro caso, ¿consideráis que es una suerte haber decidido volver únicamente por motivos artísticos?
J.: Es una desgracia (risas). No teníamos ni la oportunidad de haberlo hecho por motivos económicos.
A.: Sí, tío, nosotros somos del arte totalmente (risas). No, no, no. Es verdad que la motivación que hay no era ganar dinero, evidentemente. Si hubiese sido ganar dinero le hubiéramos dado otro enfoque. Una sala mas pequeña donde lo hubiésemos podido hacer rentable y llevarnos algo de pasta. Pero queríamos todo. ¿Ves? El mismo error... (risas).
Cuando presentastéis el recopilatorio Volumen Uno organizastéis una rueda de prensa en Siroco, allá por 2009. Entonces os pregunté si era vuestro mejor momento, el más estable en cuanto a formación. Ya no me atrevo a preguntaros eso, pero sí es cierto que ésta parece haber sido la alineación con la que mejor habéis trabajado en Le Punk.
J.: Yo creo que sí. Y era verdad que era nuestro mejor momento. No lo dejamos en ningún momento por una cuestión musical o por falta de ambición. Fue algo más personal en el sentido más vital de la palabra. Estábamos en nuestro mejor momento, sin duda.
A.: Totalmente, el mejor momento de nuestra carrera.
J.: Sabíamos que teníamos canciones parar aburrir y hacer otro disco. No teníamos duda de eso, fue algo más personal entre nosotros.
A.: Nos cansamos. Cuando la gente se separa, se puede separar de muchas maneras. Esto es extrapolable a una relación, ¿no? Empezar las cosas siempre es más fácil que terminarlas. Nosotros acabamos sin hacer mucho ruido, pero musicalmente estábamos que te cagas. Yo ahora he estado repasando vídeos, que estamos aquí esprintando un poco para el concierto, y me parece genial en todos los aspectos, musicalmente hablando. Lo que pasa es que, tío, ya no teníamos química, no teníamos chispa. Cualquier cosa costaba un montón de trabajo hacerla, y dadas las circustancias tienes dos opciones. Decir: esta es mi forma de vida, esta es mi familia y voy a muerte; o no, y pensar que necesitas otro tipo de cosas. Nosotros hemos empezado a hacer otro tipo de cosas y luego nos hemos dado cuenta de que también teníamos esto. Probablemente, uno de los errores de aquella época era el enfoque, la manera de tomarnos el tema extra musical. Como el tiempo pone las cosas en su lugar, hace que uno coja perspectiva. Ahora, cuando te acuerdas de esa época te acuerdas de la parte bonita, de la parte artísticamente increíble. Eso es lo que ha hecho que nos juntemos.
Para todos vosotros, es la primera vez que volvéis a tomar las riendas de una banda que ya había quedado atrás.
J.: Si, yo personalmente sí. La sensación de tener ese repertorio ahí... Porque se te olvida, ¿eh? De repente pasan dos o tres años, estás metido en tus fregaos, en tus canciones nuevas, y aunque sabes que está ahí y la gente te lo recuerde se te olvida. El día que nos reunimos creo que nos pasó a las dos. "Qué movida, ¿cómo hicimos esto?" Y nos da la risa. Es bonito recordar de golpe todo ese curro, te das cuenta de que el trabajo cunde. Y lo vamos a disfrutar ahora.
A.: Y el momento en el que está una banda organizando su repertorio para el directo... Las últimas veces teníamos unas comeduras de olla tremendas para hacerlo. Pensábamos que todo era demasiado lento. Y ahora, cuando nos hemos puesto a tocar las canciones otra vez, hemos pensado: "¿pero dónde hay una puta canción lenta?". Es que no hay ninguna. ¿Dos? No sé qué nos pasaba, estábamos enrarecidos. Y con un poco de distancia ves las cosas de una manera mucho más objetiva.
Tras esta sorpresa al reencontraros con vuestro propio repertorio, ¿han surgido ganas de incluso crear algo nuevo?
A.: ¿Tú te juntas con tu pava a la que has dejado, te hinchas a follar y ya estás pensando en irte a vivir con ella? Estás pensando en follártela todo el rato. Es ese rollo (risas). Ya veremos si seguimos follando o qué pasa, pero de momento...
J.: Nos estamos conociendo.
A.: De momento sí sabemos donde tocarnos, ésa es la historia.
J.: Sabemos cómo la tiene el otro de larga (risas).
Por supuesto, tampoco es el momento, pero imaginando una futura grabación, ¿la última experiencia con Juan de Dios fue suficientemente buena como para repetir? ¿Encontrastéis la forma adecuada?
J.: No, no repetiríamos, no creo. No por Juan de Dios, que fue cojonudo, sino porque no hemos repetido nunca. Haríamos otra cosa, seguro. Pero ni hemos hablado. No por nada, sino porque no ha pasado.
A.: De cómo salen las grabaciones depende en gran parte la energía que tiene la banda en ese momento. Nosotros hicimos el primer disco, La logia de la canalla, en un estudio de mierda con unos medios de mierda. El disco lo oyes y notas que no es un disco grabado con mucha pasta, pero las canciones tienen una energía que ya quisieran los otros dos de después.
Nosotros no tuvimos una vida fácil como banda. Entre el primer y el segundo disco se fueron dos músicos, entre el segundo y el tercero se fueron otros dos. Fue un poco traumático todo. Haces un disco con una multinacional, vas a salir de gira y de repente se te piran dos pavos con todo el chiringo montado... Fuimos saliendo al paso pero nos fuimos resintiendo a nivel personal. Muchas situaciones de tensión, muchas discusiones... Y eso suena en los discos también, independientemente de quién mueva los mandos, independientemente del criterio último del productor. Una banda, cuando está en un buen momento se impone, le das un cuatro pistas y te graba un disco increíble, y eso fue lo que hicimos en La logia de la canalla. Hagamos lo que hagamos a posteriori, lo que está claro que hay que cuidar es esa circunstancia.
Encontré por casualidad, en un número de Mondo Sonoro, una entrevista que os hicieron tras grabar vuestro tercer disco, Mátame. En ella decíais un poco de broma que los No Reply (trío de vientos que acompaña a la banda en grabaciones y directos) os llamaban “rockeros trasnochados”. Pero, ¿puede haber algo de eso? ¿cuál es vuestra conexión con músicos de nuevas generaciones? ¿pensáis que estáis en una onda diferente y véis las cosas de otra forma?
J.: No creo que estemos en una onda muy diferente. Estamos en otra onda porque tenemos muchos más años, pero lo de "rockeros trasnochados" es para tocarnos las pelotas (risas), son unos lilas y unos pringadetes que se creen que hacen swing y jazz.
A.: Porque son unos capullos de mierda de Rivas Vaciamadrid (risas). De todas maneras, imagínate que te vienen estos chavales, que nos los encontramos con 19 o 20 años. ¡Tenían una banda de swing! Tocaban clásicos de Duke Ellington, ¿sabes? Cosas así. Cuando convivieron con nosotros quedó claro que pertenecíamos a dos tribus distintas, y esa era la forma un poco de coña de comunicarnos. Pero desde el primer momento, a pesar de nuestras diferencias de edad o de las diferencias musicales, empastamos a nivel personal de una manera increíble, casi milagrosa.
J.: Ellos desde luego tenían el talento, de hecho ahora están tocando con un montón de gente. Pero nosotros también les dimos una libertad absoluta para hablar en el local, y creo que eso fue parte del secreto. Nunca les tomamos realmente como “estos tres chavales que hagan este arreglo que he hecho yo en mi casa”. No fue así. Nosotros por supuesto sabemos lo que era Le Punk, sabíamos lo que queríamos y les dijimos por donde iba, pero fue un trabajo de tú a tú todo el rato.
Texto de Bruno Corrales
Fotografía de Amanda Tijeras
1 comentarios :
De momento, con que sigáis "follando" me vale. Pero follando mucho, eh!
Publicar un comentario