Los Deltonos en Siroco (12.12.12)
“Desde Muriedas, Cantabria, cuatro tipos intrépidos a los que les gusta todo tipo de música. Quiero decir, tanto el country como el western”. Hendrik Röver despedía así otro gran concierto de Los Deltonos en Madrid, con el buen humor que da la confianza y la comodidad con uno mismo y con su público, justo antes de alargar y convertir en una especie de jam uno de los clásicos de su primera etapa, No, señor. Precisamente, una de las banderas de su repertorio rhythm & blues.
Hace ahora un año, los cántabros publicaban su séptimo largo, La caja de los truenos, un disco que completaba una excelente trilogía iniciada en 2005 con GT, en la que asimilaban con naturalidad un sonido country y de raíz americana que les ha redefinido y completado. No hablamos sino de la mejor época de Los Deltonos, de sólida alineación y suficiente actividad paralela (Chicktones, Soul Gestapo o la carrera de Röver en solitario) como para darse los respiros necesarios y volver con las baterías cargadas a la banda madre. Enchufadísimos y prolíficos, Los Deltonos publicaban hace unos días un inesperado nuevo trabajo, el EP Saluda al campeón, de línea continuista e inevitable -¡pero sorprendente!- tinte político. Y es que será verdad eso de que son tiempos para el rock and roll.
Es inevitable. Ver de nuevo sobre el escenario a la banda de Hendrik Röver (guitarra solista y voz), Fernando Macaya (guitarra rítmica), Iñaki García (batería) y Pablo Z (bajo) arrancar con temas como Feliz o ¿Qué podríamos hacer? es rendirse a su destreza y superioridad. Los Deltonos funcionan como un reloj, y aunque puedan añorarse etapas más desenfrenadas es ahora cuando realmente todo cuadra, cuando han alcanzado un pico de forma abrumador en el que alternan temas de irresistible pegada como No por nada, Discotheque Breakdown o Repartiendo con canciones que prueban su vena más folk (Gasoil y chocolatinas o Revolución), celebradas de la misma forma por un público ducho y puesto al día en la evolución de un grupo que ya supera el cuarto de siglo de actividad.
Mención aparte merece el nuevo material, que la banda iba dejando caer con sutileza, destacando por supuesto El blues de M, una bomba de indignación hacia la clase dirigente. La falta de espacio en Siroco era progresiva, así como el entusiasmo de unos seguidores que respondían una vez más a sabiendas de encontrarse frente a un grupo que nunca podrá engañarles. Los Deltonos suman y siguen, sin responder ante nada ni nadie, quizá el único secreto de esta segunda juventud. Y lo que nos queda.
Texto de Bruno Corrales
Fotografía de María Martín-Consuegra
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