20 de diciembre de 2012

Joe Eceiza: "Llega un momento en el que necesitas cantar tus canciones"

A comienzos del año 2010 nos llegaba la noticia de la separación de Le Punk. Un parón que afortunadamente ha resultado ser temporal, pues como sabemos la banda regresa -aunque a un ritmo diferente- y estará actuando el próximo 19 de enero en Joy Eslava (entradas ya a la venta). De todas formas, este período de tiempo ha dado lugar al estreno en solitario de dos de sus pilares, Alfa y Joe Eceiza. Si Alfa se estrenaba en solitario en 2011 con aquel 22 de octubre, Joe Eceiza daba un paso adelante durante el presente año publicando Pequeño martirio, un disco grabado en directo en El Camping Tiki Lounge de la Alameda de Osuna junto a compañeros como Tuli, César Pop o Gorka Menchaca. Tres canciones propias y una versión de Juan Perro fueron la carta de presentación de este músico de origen vasco, que ya prepara varias continuaciones. Desde Rock Sumergido tuvimos la oportunidad de charlar un rato con él acerca de todo lo que sucedió tras al parón de Le Punk y del estreno de su carrera en solitario. Además, repasamos sus distintas colaboraciones como guitarrista en otras bandas, sus comienzos y su carácter como compositor de canciones.


Tu primer disco en solitario es Pequeño martirio, un EP de cuatro canciones. ¿Por qué esta duración y este formato para empezar?
Después de Le Punk estuve fuera año y medio. Intenté hacer un disco y empecé a grabarlo con Patillas (Daniel Fernández, bajista de Le Punk) y con Leiva (Pereza) a la batería. Grabé cinco o seis canciones y se quedaron ahí colgando. Pero luego me costó volver a reunir a la gente. Y entre medias, como yo estaba tocando mucho en acústico, se me ocurrió grabar unas canciones acústicas, grabar un pequeño EP como primer paso. Me pareció una buena idea, interesante. Además, tal y como está ahora la cosa, sacar un disco entero sin un apoyo grande se queda un poco en nada, y da rabia. Prefiero ir poquito a poco y sacar canciones así, un EP cada X tiempo. Para el alcance que tengo ahora, creo que es un sistema que da más rendimiento.

Las colaboraciones que hay en el disco: César Pop, Gorka Menchaca y Tuli, ¿han ido surgiendo de forma natural?
Sí. Al preparar las canciones pensé en un formato chulo, poder hacerlo acústico pero que fuera algo más original, una cosa un poco más especial. Y como a Tuli a César o a Gorka los tengo muy a mano... Gorka me vino en un concierto y me dijo que si quería hacer algo con el contrabajo. Nunca había tocado con un contrabajista, así que me pareció chulo. Luego, se me ocurrió la idea de grabarlo en directo, y alquilé un par de camaritas para grabarlo en vídeo, para que haya un poco de movimiento en YouTube y la gente lo pueda ver a la vez que lo escucha. Y bueno, ha quedado una cosa curiosa, estoy muy contento con el resultado. Ha quedado fresquito, en directo, con sus virtudes y sus defectos, pero bueno, muy contento.

Tras parar con Le Punk, y al saber que las canciones las ibas a defender tú solo, ¿cambias tu forma de componer? ¿moldeas las canciones de otra manera?
Las sobo más, la verdad. Nunca me había enfrentado a grabar mis canciones, exceptuando He vuelto a amanecer, cosas muy puntuales. Con Le Punk, por ejemplo, tenía un esbozo y con todos los musicazos que había pues Alfredo le daba su rollo cantando, el otro metía su arreglo... Y a partir de ahí creábamos. También era lo cojonudo de Le Punk, llevaba algo pequeño y así crecía. Ahora tengo que sobar más las canciones para que tengan más sentido, llevarlas más preparadas. Es muy divertido, y ahora empiezo a encontrarme cómodo con mi voz. Es algo que ya no creo que suelte nunca, es un vicio cantarlas. 

¿Fue complicado el momento de enfrentarte a cantar? Ya en el mismo momento en el te encargas de hacerlo en dos de las canciones del último disco de Le Punk (He vuelto a amanecer y Sirena desafinada).
No, fue quitarse la vergüenza e ir aprendiendo. Siempre he hecho canciones, desde el primer disco de Le Punk y antes, en todos los grupos en los que he estado. Pero nunca me había convencido yo mismo cantando, siempre he tenido mejores cantantes. Yo siempre he sido más guitarrista, pero llega un momento en el que, cuando escribes ya muchas canciones, empiezas a necesitar cantarlas tú. Aunque cantes mejor o peor, son tuyas y al final eso te obliga un poco.

Estuviste un tiempo fuera antes de estrenarte en solitario. ¿Fue importante para ti como punto de inflexión?
Sí, para mí fue genial. Pero no es que tuviera que huir de Le Punk. Llevábamos 10 años a cara de perro y, bueno, llega un momento en el que necesitas respirar y mirar otras cosas. A mí me sirvió mucho. Estuve en Málaga una temporada, que tengo una hermana allí, y luego estuve en Londres como cuatro o cinco meses. Allí la verdad es que estuve fenomenal, me aportó mucho. Estuve tocando un par de veces a la semana en jams de allí y me lo pasé como un enano. Luego, me vino bien estar muy solo, tocando mucho, leyendo. De repente mi vida y las rutas cambiaron. Simplemente eso, fuera estar en Londres o en Torrelodones. La cuestión es que cambié la dinámica y el ritmo y empecé a pensar en todo esto. En cantar, en qué me apetecía hacer, qué tipo de canciones me apetecían o qué quería enseñar a la gente. Me sirvió un montón. No fue un retiro espiritual ni nada parecido, pero fue tomar un poco de distancia y volver con más ganas. Eso sí lo conseguí.


Y habiendo visto y vivido la escena musical de Londres, ¿las comparaciones son odiosas al llegar aquí? ¿Echas de menos otra forma de ver la música en vivo?
Sí, tío... Es que aquello es la cuna de lo que a mí me gusta. El rollo es que estuve allí sin currar. Estuve cuatro meses, vivía en una casa con otros ocho y tenía una habitación pequeñita, así que me dediqué a andar por ahí. Iba a conciertos -siempre a garitos, nunca fui a un concierto grande- y es que en cualquier garito ves que los chavales jóvenes lo tienen muy interiorizado. Aunque no sean virtuosos, cantan y tocan bien. Es muy diferente, allí tenía delante de mi casa un pub irlandés y los sábados a las cuatro de la tarde estaban lleno de gente de todas las edades, borrachos como cubas, y siempre había alguien tocando. Ves a unos rollo Oasis y de repente aparece un señor con un piano y su mujer tocando clásicos del folk. Es como si te vas a Córdoba o a Sevilla y entras a una tasca flamenca. Es que el niño más tonto te hace así y dices “¡hostia, éste!”. 

Me quedé un poco con esa sensación. Los bares además están más preparados. Pero bueno, es lo de siempre, siempre nos metemos con lo de aquí, no es comparable. Lo que creo que está muy complicado y ponen muy difícil las salas, aunque cada uno tendrá sus motivos y lo entiendo, son los alquileres tan altos que están pidiendo. Cierta gente todavía se lo puede permitir, pero los que empiezan... ¿quién coño va a pagar 200€ por una sala para que vengan a verte tus amigos? Te obligan a poner una entrada muy alta y a que venga mucha gente, pero es que nunca viene mucha gente. Creo que está empezando a peligrar un poco el asunto. No es como cuando empezamos nosotros, que teníamos Siroco y otros sitios. Había garitos, con sus defectos y con sus virtudes, pero ibas ahí, tocabas, te llevabas la entradas que te llevaras y fuera. Ahora está un poco más complicado. Pero bueno, siempre hay salas, siempre hay sitios y si quieres tocar, tocas. Tampoco en Madrid te puedes quejar. Me escucha esto uno de Murcia... Aquí vas un miércoles y hay 40 conciertos, pero creo que hay que tener cuidado con los alquileres, que no se pasen. 

En el disco hay tres canciones tuyas y una versión, La noche de fuego, que si no me equivoco es un descarte de Radio Futura que luego recuperaría Santiago Auserón como Juan Perro.
Es una canción que venía tocando desde siempre. A mí Juan Perro siempre me ha gustado mucho. El disco en el que está esta canción, La Huella Sonora, es uno de estos discos que a mí me pegó fuerte. Me impresionó mucho, me quedé en shock. Y la verdad es que la venía cantando desde hace mucho, en pruebas de sonido de Le Punk o cuando tocaba por ahí solo. Lo típico que coges la guitarra en un bar. La tengo mucho cariño a esa canción y decidí meterla, me hizo gracia. Probando en el local de ensayo, pensando en meter una cuarta canción, empecé a tocarla y Gorka se unió con el contrabajo. Me encantó el sonido del contrabajo y la voz solo. Es algo que nunca había hecho y me gustó muchísimo cómo había quedado. Un formato un poco simple, pero me pareció una buena versión, distinta a la original. Me pareció interesante porque creo que la letra gana en intensidad de esta forma. Está grabada en un día, nos pusimos a grabar y es la primera toma que hay. Quedó muy chula. Además, Juan Perro es alguien a quien siempre he escuchado y siempre está bonito homenajearle, entre comillas.

Puede que incluso haya cierta identificación si entendemos que no te centras en un estilo concreto, quizá como Juan Perro. Que no te importa salirte del rock o pertenecer a según qué círculos.
No, no, para nada. Además, eso si lo hemos aprendido con algo fue con Le Punk. Lo bueno también de estas batallas contra gigantes es que tampoco tienes nada que demostrar, más que tus propias canciones y lo que tú quieras hacer. Yo estoy cómodo haciendo todo tipo de canciones, y la que me salga está bien. Siempre intentando que suene a ti, que tenga una coherencia. Creo que es bonito eso. A mí me gustan los discos así, por lo menos, los que tienen un poco de todo. La verdad es que estoy comodísimo con todo lo que está pasando, con cómo está saliendo todo. 

Siempre desde el rock, con Le Punk buscastéis otro tipo de sonidos y géneros, como puede ser el tango. ¿Tienes en mente alguna cosa que te gustaría probar en adelante? ¿algo rompedor?
Muchas, muchas, tío, tengo muchas. Rompedor tampoco, porque no voy a inventar nada, pero sí en el sentido de formaciones, que es algo que me gusta mucho. El siguiento EP ya lo tengo grabado y va a ser formato más rock, más normal, con viento, piano, batería, bajo y tal, algo más normalito. Pero para el siguiente ya estoy pensando en que me gustaría hacer otra cosa, con piano. Un piano y una voz, no sé. Creo que este formato, publicando cada cinco o seis meses, lo que te permite es poder inventarte lo que quieras. Me parece divertidísimo porque te motiva a hacer canciones. Haces una canción y no tienes como que decir: “bueno, voy a hacer con mi grupo esta canción, y tiene que ser de rock por cojones”. Puedo reinventarme, entre comillas, con cada EP, y tirar de músicos y de amigos a los por supuesto les apetezca hacerlo y les interese.

¿Con tu carrera en solitario te marcas algún objetivo claro, ya sea a corto o a largo plazo?
Pues no, la verdad. La verdad es que estoy haciéndolo todo muy tranquilo. Por supuesto, quisiera llegar al máximo de gente, sobre todo en los conciertos. Tengo el objetivo clarísimo de sentirme cómodo, de aprender y de convencer a la gente. Es mi primer disco en solitario y me apetece que la gente lo escuche, que le convenzca, e ir aprendiendo un poco esa sensación de cantar las canciones, que es algo que yo no había experimentando tan intensamente. Percibes otro feedback de la gente y tienes otras sensaciones. Cuando estás como guitarrista, aunque sea una canción tuya, estás un poco en otro plano. Es otra cosa , aunque es genial también. Ahora mismo estoy en un momento de aprendizaje absoluto, y es divertidísimo. Estoy muy entretenido, y no tengo que hacerlo con nadie por cojones. Me puedo ir dónde me apetezca. Entonces, bueno, mientras formo una banda, que en realidad en el futuro es la idea presentarlo todo, pues simplemente ir enredando. 

Después de tantos conciertos durante estos dos últimos años en salas como Búho Real, ¿notas una mejora, una evolución?
Sí, sí, yo lo noto. Lo noto muchísimo y de hecho tengo muchas ganas ya de dar un pasito más, de ir montando cosas más curiosas, con más músicos, con más gente. Para mí ha sido un aprendizaje este año y medio en el que llevo tocando una o dos veces al mes. Me he disparado conmigo mismo, me he cargado de ilusión. Y al final es de lo que se trata esto, como con cualquier curro, sobre todo si no hay nada econónimo -digamos, en principio- entre medias. Estoy muy ilusionado.

Por otro lado, además de colaborar habitualmente con Pablo Galiano o Látigos Calientes, este año comenzaste a trabajar junto a Rubén Pozo, tanto desde el estudio como formando parte de su banda en directo. ¿Cómo surgió?
Rubén, cuando estaba pensando en grabar el disco, tenía las canciones maquetadas -más o menos- y estaba buscando banda. Contactó primero con Datz (batería), y creo que fue hablando con Datz cómo surgió todo. Me llamó Rubén para decirme que iba a grabar un disco y que si me apetecía unirme. Y yo encantado, claro. Estoy muy contento con el resultado del disco, y la gira muy bien. Para mí es una sorpresa, la verdad. Rubén es colega del barrio y tal, pero tampoco era un amigo de los de siempre. Me llamó, y yo encantado.

¿Se cambia el chip rápido? De estar trabajando en algo tan personal a adaptarse al trabajo de otro.
Yo sí, porque aparte de haber hecho mis canciones siempre he sido el guitarrista de la banda. Ser guitarrista de alguien me encanta, disfruto muchísimo. Alguien que te gusta y que te enseña una canción a la que te deja meterle mano. A mí eso me divierte un montón, no me cuesta nada.

Además, ahora que llevas una dinámica de acústicos, igual también es un buen punto para desahogarse.
Sí, totalmente, para hacer un poco de rock. Yo disfruto muchísimo porque además es gente que hace una música a la que yo no me acerco tanto. Todos tenemos un punto más o menos común, pero por ejemplo con Látigos... Yo hace años que no tengo una banda de rock and roll tan de verdad. Y me encanta, me encantan las canciones de Ernesto. Con Pablo igual, se mueve en un mundo blues, y yo no compongo tanto de esa manera. Sin embargo, estar con él me permite tocar eso, y me encanta esa música. Y con Rubén igual, es un pop rock que yo tampoco hago exactamente. Y luego, que son amigos, así que perfecto. 

Desde tu punto de vista, ¿crees que le irá bien a Rubén Pozo tras la separación de Pereza?
No lo sé, la verdad. Yo sé que él está al 400%, es pura ilusión. Sabe que es difícil y sabe que empieza un poco no sabe muy bien de dónde, como que baja un poco peldaños. Creo que el papel está claro. Entonces, no sé cómo irá, pero yo creo que bien. Tiene mucho trabajo a las espaldas y mucho público. Lo que sí es seguro es que él no se va a rendir ni a amilanar. Está muy ilusionado y sigue haciendo canciones.


Hablando de tus comienzos, ¿recuerdas a qué edad agarraste la guitarra y te interesaste de verdad por la música?
Antes que agarrar una guitara -siempre lo cuento- mi relación con la música era otra. De canijo, con diez y once años, me gustaban mucho los musicales, el claqué y todo ese rollo. Por esa época vi una peli que se llama Cruce de caminos, que la banda sonora es de Ry Cooder. Me quedé flipado, como diciendo: “yo quiero tocar esto”. Con doce o trece me metí a clases y yo quería aprender el solo de Money for nothing, pero me enseñaban música clásica, así que me quité. Luego, la volví a coger a las 15 o los 16 y ya fue el boom. Aparecieron los Cult, Guns'n'Roses, Black Crowes, AC/DC... Y Dire Straits en su momento. Los grandes, digamos. Los Rolling Stones y los Beatles creo que aparecen un poco más tarde. Tuve la suerte de que mis hermanas escuchan mucha música, mucho rock, y con 14 años tenía los discos de Cream o de los Doors, todo lo de los '60. Ahí pasaba horas y horas. 

Hasta dónde sé, formaste parte de Perros de Paja, también junto a Alfa. ¿Y antes qué hubo?
Antes tenía un grupo con Ernesto Dueñas, de Látigos Calientes. Se llamaba Malos Pelos. Estábamos Ernesto Dueñas, Nico de Delta Hot, yo y Pepito, que era un batería que había venido de fuera. Era un buen grupo de rock, tío. Un poco a lo Látigos Calientes, componía Ernesto también. Era un grupo cojonudo y la verdad es que podíamos haber hecho algo. Pero bueno, se quedó ahí. Y antes cuarenta mil grupos, con Pablo Galiano tuve dos o tres de diferentes estilos. Como pasa ahora, íbamos mezclando hasta que van saliendo las cosas.

¿En la actualidad has visto o has oído algo que te haya llamado la atención?
Esa pregunta siempre me mata (risas). Ahora estoy en un rollo un poco acústico, que me encanta. M. Ward, Iron & Wine... Luego hay unos amigos que me han sorprendido muchísimo, los hermanos Toch, con los que voy a colaborar seguramente a la guitarra. Son argentinos, de Córdoba, y hacen un rollo muy curioso que me ha encantado, una cosa muy bonita, muy bien hecha. Y no sé, tío, poco más. Voy escuchando cosas que me caen. Me gustó mucho Bon Iver, siempre lo digo.

¿Cómo funcionas a la hora de componer canciones? ¿te fuerzas para ello?
La verdad es que soy muy de coger un poco guitarra y ver cómo me respira. Escribo de vez en cuando algo y me siento cuando me encuentro un poco en el momento. No soy concienzudo, no cojo cuatro horas al día la guitarra y me siento y me obligo a escribir. Siempre tengo un rato en el día en el que intento escribir algo, pero es cuando me viene. Voy poco a poco. Es como decía, no sé si era Cohen, que lo de hacer una canción es como los matrimonios: el primer ratito es maravilloso, luego el resto es un infierno. Sobre todo lo que intento es creerme lo que voy a contar, eso es lo que me preocupa. Llega un momento, cuando tienes muchas canciones, en el que puedes aprender ciertas fórmulas, sabe cómo va a funcionar algo, pero de una forma un poco aséptica. Lo que intento entonces es que no sea nada así, y concentrarme realmente en lo que quiero contar. Que sea creíble y que el que lo escuche vea que hay algo. Que no sea aséptico, que no sea por hacer. Hacerlo por automatismo me da miedo y es lo que intento evitar. Por eso intento no tener una rutina muy clara. Porque, si no, me da esa sensación de que entro en un bucle y de que me voy a acabar conformando con algo que no está mal, pero...

¿Está ese miedo de pensar en no ser capaz de volver a hacerlo?
Siempre, siempre. Un pánico, vamos. Pero creo que es también lo que te mueve un poco, es lo que te pica. Sale una y dices “me ha salido otra”. Y bueno, siempre tienes cinco o seis cosas medio moviéndose, y un día agarras una y la acabas. O no, hay canciones que no acabas nunca, pero ese miedo siempre está ahí, y es cojonudo tenerlo. Si no, es que no te importa lo que haces o no te apasiona. Al ser una cosa tan abstracta puedes pensar: “ahora a ver qué cuento”. Pasa mucho, y a veces no tienes nada que contar, eso es lo más angustioso a veces. O que no te apetece contar nada realmente.

Pequeño martirio puede escucharse íntegramente en Spotify, además de verse en el canal de YouTube de Joe Eceiza.

Texto de Bruno Corrales
Fotografía de Víctor Canora

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