Quedan poco menos de 24h. para uno de los momentos álgidos en la carrera de Dinero, su apoteósico concierto en el Ocho y Medio. Un concierto que cerrará la primera parte de la gira de presentación de Año perro, su segundo disco, con el que la banda ha conseguido mantener su constante línea ascendente convenciendo cada noche a través de su enérgico directo. Es media tarde y nos encontramos junto a Ekain Elorza (batería) y Alvaro Lucini -manager y hombre para todo de la banda, además de músico- en un bar en plena Castellana. Sean Marlhom (guitarra y voz) parece que va a retrasarse, así que comenzamos justo cuando aparece por la puerta. Rubí Giménez (bajo), último tercio de la banda, no llegará, pues en esos momentos se recupera en casa de los efectos del frío. Buena oportunidad para hablar del pasado, del camino recorrido y del presente de un grupo que apostó por hacer las cosas de manera distinta, y que avanza con firmeza en un panorama musical en el que, poco a poco, se va convirtiendo en referencia.
Bruno: Vuestro álbum debut tuvo una gran acogida, ¿se pudo eso convertir en ansiedad a la hora de enfrentarse a la composición de Año Perro? ¿Existía algo de presión?
Sean: Desde fuera no, había presión interna por sacarlo cuanto antes, nos estábamos retrasando mucho. Teníamos una fecha en mente y se retrasó como nueve meses.
Ekain: Iba a salir en noviembre y salió en junio. Pero teniendo en cuenta que empezamos a grabar en diciembre, pues tampoco...
S.: Una cosa que hicimos bien de cara a la presión, o que yo creo que hicimos bien aunque en su momento fue dura, fue irnos a casa de Ekain cinco meses a componer. Allí tiene un caserío, en un pueblo de unos 500 habitantes.
E.: No te pases, ¡somos 5.000! En el barrio sí, en el barrio somos 50.
S.: Con un bosque alrededor y todo. Estuvimos muy aislados. De hecho, también un poco preocupados por si se nos estaba yendo la olla un poco componiendo, porque no recibíamos opinión externa de ningún tipo. Nos vino bien porque hicimos todas las cosas que teníamos en el tintero, las que teníamos ganas de hacer. Canciones más cañeras, más rápidas, más lentas, más suaves, más fuertes, más punkies...
E.: Hicimos de todo. Teníamos un poco la presión del tiempo, de que nos estábamos retrasando, pero por calidad no porque sabíamos qué cosas queríamos cambiar del primero, qué cosas no nos gustaban y qué otras cosas queríamos enseñar en este segundo disco. Queríamos sacar un buen disco para seguir como íbamos, en la línea ascendente que seguimos.
B.: Tuvistéis una gira larguísima. Ya estabáis tocando antes de sacar vuestro primer disco, y después todavía más. Toda esa experiencia acumulada en los directos, ¿la habéis notado a la hora de componer y grabar nuevas canciones?
E.: No sé, ¿se notó? Se notó en el cansancio, ahí sí que se notó.
B.: ¿Estabáis algo quemados de la gira anterior?
E.: No, quemados no, pero cansados sí. Llevábamos tocando las mismas canciones 3 años.
S.: Sí estábamos un poco enfadados porque lo que nos obligó a escaparnos a su casa y a estar componiendo 5 meses fue el hecho de no haberlo podido hacer durante la primera gira. Lo cual es bueno porque no paramos, pero alguno de nosotros estabábamos trabajando a la vez y era imposible tener la tranquilidad o el tiempo suficiente como para, digamos, sin presión, ponerte a hacer temas. Tenías que buscar tiempo. Pero... ¿cuál era la pregunta?
B.: Si os habéis sentido diferentes, más experimentados.
S.: Tocamos mucho mejor. Sobre todo Rubén y yo tocamos muchísimo mejor que cuando empezamos contigo (mirando a Ekain). Ahora hemos mejorado una barbaridad.
E.: Antes hacíamos canciones... No las hacíamos por hacer, pero... En este segundo era diferente porque ya sabíamos que iba a haber un disco. Seguíamos haciendo todas las ideas que nos salían pero sabiendo que íbamos a sacar un disco, que iba a haber una gira y una presentación.
B.: En cuanto a la temática, ¿es posible que hayáis sentido la necesidad de hablar de otro tipo de cosas en esta ocasión?
S.: Totalmente, totalmente. Con el primer disco fue la primera vez que yo me puse a hacer letras en castellano. Para mí fue horrible, dificilísimo, y creo que más o menos conseguí salvarlo haciendo algo que le venía muy bien a la música de Dinero: unas letras muy directas, sin meterme en berenjenales, hablando de lo que conocía, de cosas muy cercanas. Fue una temática muy cerrada.
E.: Sobre nuestros primeros años en Madrid.
S.: Además, es que no teníamos tiempo para mucho más. No teníamos tiempo ni para viajar ni para pensar en otras cosas.
E.: No hacíamos otra cosa. Solo ensayar y salir de fiesta.
S.: Ahora hemos intentado mejorar las letras, hablar de otras cosas y trabajarlas un poco más, incluso más a nivel estético que temático. Y luego está que nuestra vida ha cambiado desde que hicimos el primer disco hasta ahora, y eso ha influenciado en que tengamos un campo más amplio de temas para tocar. Que no dejan de ser temas que conectan con nosotros directamente, pero ahora son muchos más. Por ejemplo, con 16 horas de nieve hemos hecho la primera letra que no se sabe muy bien de qué habla pero que suena muy bien.
E.: ¡Cósmica!
Amanda: Eso os iba a preguntar. En el primer disco habláis básicamente de fiestas, chicas y copas, pero en Año perro nos encontramos con temas más sociales, con preocupaciones internas... Habláis de vuestros amigos, de chicas y de copas, pero hay más cosas. En 16 horas de nieve me llamó la atención que hablases de “las puertas de la percepción”. Desde el punto de vista psicotrópico, psicodélico, ¿cómo viene esto? ¿Os ha inspirado algo, algún autor?
E.: (risas contenidas)
S.: Realmente es como... “las puertas de la percepción” de Jim Morrison, de los Doors.
E.: Total, total.
S.: Habla de una persona que te ha cambiado la vida como una droga, básicamente. Todas esas experiencias que experimentas con las drogas pero transformadas en viajes interiores y en metáforas un poco rebuscadas. Creo que va un poco por ahí. Y no te puedo decir mucho más porque tampoco lo sé. Y frases como “descubrió las vetas de mi corazón”, que es como que descubrió mi punto flaco. Es una persona que te puede cambiar la vida, para bien o para mal. Puede ser amor o un montón de cosas, aunque en este caso como algo positivo y... Sí, la canción se hizo bajo los efectos de las drogas.
(Silencio, miradas cruzadas y más risas contenidas. Comenzamos la siguiente pregunta pero...)
S.: De hecho se hizo una toma en directo del tema. Para componer teníamos todos los micros puestos porque él tiene un estudio/local de ensayo en lo que era el antiguo granero y podíamos meternos ahí, estar ensayando y de repente darle al rec y grabar. Hicimos una toma de esta canción a las 4 de la mañana que fue increíble. Grabamos todo lo instrumental, sin voces ni nada, pero supimos que por mucho que la volviéramos a grabar por pistas en un estudio no iba a ser igual.
E.: No tendría la magia. Pero bueno, quedó bien.
S.: La pócima, faltaría la pócima. Pero bien, muy bien. Esperamos haber contestado a vuestra pregunta.
B.: Y tanto, ¡con extras!
S.: Somos muy dados a los extras (risas). Información adicional.
E.: (risas) Sí, en los DVD's es lo primero que miramos, los extras. Luego ya...
B.: Leyendo algunas de vuestras entrevistas interpreto que sentís que hay un hueco para vosotros aún por explotar, que hacéis un tipo de rock alternativo con posibilidades comerciales que apenas ha existido en nuestro país.
E.: Hueco hay. Nos cuesta encontrar bandas con las que compartir cartel.
S.: Incluso festivales en los que encajemos, porque para algunos somos demasiado rockeros y para otros somos demasiado indies o modernos. Es como si en España hubiera un abismo entre el rock de toda la vida, el rock urbano más agresivo, y el rock independiente.
E.: Es el Viña Rock o el Low Cost.
S.: No sé si hay un vacío para llenar o es que no hay ningún hueco ni va a existir nunca. Nosotros lo queríamos intentar porque sabemos que hay mucha gente que le gusta esa música que hacen unas bandas de fuera. En vez de intentar hacerlo como ellas y cantar en inglés, lo intentamos nacionalizar un poco. Pensamos que a la gente a la que le gusta la música que nos gusta a nosotros no les gusta ningún grupo español, porque no lo tienen aquí. Y hay mucha gente que tiene manía a los grupos que cantan en español porque son o muy rock urbano, cuando quieres rock más cañero, o indie. Y las bandas que hacen esa música cantanda en inglés -o lo que ellos llaman inglés- tampoco tienen una exposición a un público masivo. Un ejemplo sería Nothink. La gran apuesta fue hacerlo en español, intentar abrir el hueco para esas bandas que no tienen miedo de cantar en un idioma que la gente entienda. Creo que es el paso más grande que hemos dado nosotros.
B.: ¿Creés que incluso habéis llegado a marcar tendencia? ¿Es posible que algún grupo haya podido ver la luz gracias a vosotros y haya decidido seguir vuestro camino?
E.: Tanto como marcar tendencia... No sé. Pero sí es verdad que en todas las ciudades a las que vamos hay muchas bandas jóvenes, de gente de entre los 15 y 20, que vienen a vernos.
S.: Vamos, somos sus referentes aquí pero porque no tienen otros (risas), no porque seamos mejores o peores.
E.: De hecho, en el Metro me he encontrado con Albifornia. Venían de repartir maquetas y decían que querían mudarse a Madrid, y que nosotros éramos su referente como banda en el sentido de venir a buscarse la vida.
S.: Me duele mucho, ¿eh? Cuando me encuentro a unos chavales así...
B.: ¿No lo recomendaríais?
S.: No, para nada.
E.: Es duro, es jodido, y te puede salir mal fácilmente.
S.: Hay que tener una cosa clara. Cuando tomas una decisión tan importante, que supone sacrificar tantas facetas de tu vida, debes ser primero porque estés dispuesto a hacer todo lo posible por conseguirlo. No engañarte a ti mismo diciéndote que te vas a una ciudad y luego no ir al local de ensayo en una semana. Y por otro lado no hacerlo para conseguir algo sino simplemente para, en el caso de que no lo consigas, puedas quedarte tranquilo el resto de tu vida sabiendo que lo intentaste hasta el final. El dinero puede irse al carajo en dos años porque esto no salga adelante o porque acabemos hasta los cojones de vivir una situación que no nos da para comer. O simplemente puede que nuestras vidas ya no coincidan, pero yo al menos puedo irme a mi pueblo, o a donde sea –que no me importaría porque no me gusta mucho Madrid-, con la conciencia tranquila de haberlo intentado hasta el final. Y quedarme satisfecho aunque no me pueda dedicar a esto el resto de mi vida. Hay mucha gente que no es consciente de que hay que hacer unos sacrificios muy grandes para llegar a donde estamos nosotros, que tampoco es nada del otro mundo.
E.: Oye, pero la insconsciencia juvenil está para usarla. Yo también la tuve y aquí estamos. Yo animo a la gente porque lo mismo que tomé yo la decisión... Pues quién sabe.
A.: ¿Cuántos años lleváis en Madrid?
E.: Yo 10. Sin parar 6, pero me vine hace 10.
A.: ¿Y con Dinero llevas seis años?
E.: Cinco.
S.: Yo estuve aquí dos años, en 2003 y 2004, y luego me vine con Rubén a finales del 2006. Van a hacer seis años ya.
B.: Musicalmente, ¿estaba claro que el formato trío era lo mejor para vuestro sonido?
E.: No quedaba más cojones.
S.: Lo gracioso de Dinero es que se supone que era un grupo que ya existía. El chico que vino conmigo y con Rubén de Alicante fue al poco tiempo de los que no estuvo dispuesto a hacer el sacrifico que hacía falta. No le llenaba tanto. A los seis meses de venir a Madrid nos encontramos con que teníamos canciones, proyecto, muchas ganas... Y no teníamos nada. Pusimos un anuncio y llegó este hombre (mirando a Ekain). A las dos semanas hicimos borrón y cuenta nueva y la banda empezó de cero. Teníamos claro lo que queríamos, aunque salió todo demasiado fácil.
E.: Iba todo rodado, cada mes pasaba algo. Nosotros ensayábamos todos los días, íbamos maquetando, componiendo, iban saliendo conciertos... La rueda empezó a girar y ya de repente estábamos grabando un disco. En un año, de junio de 2007 a diciembre de 2008. En ningún momento fue “vamos a buscarnos un guitarrista”. Íbamos bien, ¿para qué cambiar?
S.: La idea era siempre pillar un segundo guitarrista, pero nunca encontramos a alguien que nos soportara.
E.: Creo que esas cosas tienen que surgir naturalmente, tienen que aparecer. Si algún día aparece alguien, pues...
S.: Por otro lado, es una de las cosas que más nos han beneficiado. Al ser tres, compositivamente hemos tenido que darle la vuelta a muchas cosas, buscando fórmulas, combinaciones y arreglos... Siendo cuatro hubiera sido mucho más sencillo, y precisamente esa búsqueda ha hecho que, musicalmente, Dinero suene como suena.
B.: Un punto importante en vuestra carrera es el Sonorama. En 2008 estabáis abriendo una de las mañanas de la plaza del Trigo a pleno sol, y en adelante habéis ido subiendo escalones. Aparte de que supongo que le tenéis un especial cariño, ¿el festival sirve como una especie de termómetro de la banda?
S.: Sí, son como los check-points de la evolución que hemos ido llevando. Date cuenta de que el primer concierto que hicimos en el Sonorama fue por ganar un premio en un concurso de grupos de una sala de Madrid, de la sala Nasti.
E.: Tocamos creo que 3 o 4 jueves para diez personas. Coincidimos en la final con Miss Caffeina... Y ganamos nosotros (risas).
S.: Eso nos llevó a tocar allí, y durante el festival nos quedamos a hacer nuestro trabajo nocturno, que se nos daba muy bien: la promo nocturna.
E.: La promo nocturna, somos unos reyes (risas).
S.: Se empezó a hablar y nosotros, que vimos la reacción de la gente, nos pusimos a grabar el disco por nuestra cuenta. Paralelamente a la grabación del disco apareció Tricornio Producciones, que básicamente son tres personas que estaban hasta los cojones de las multis.
B.: Tricornio Producciones no se fundaba entonces partir de Dinero.
S.: No, existía antes, pero como una discográfica indie que tenía el tío que trabajaba en Universal para él y para sus amigos. De repente se retomó ese nombre e hicimos una especie de empresa los cinco. Ésa es la clave de cómo ha funcionado Dinero hasta ahora. Y de hecho, creo que el concurso lo ganamos porque fuimos los únicos que no llegamos tarde y que no dimos problemas en las pruebas de sonido. Nos tomábamos muy en serio eso, ¿te acuerdas?
E.: Sí, nosotros llegábamos, montábamos, tocábamos media hora y nos íbamos. Y algo tan insignificante como eso te lleva a tocar en una plaza antes de Russian Red. Y que te vean, y que a la vuelta de ahí se haya corrido la voz. Entonces, nosotros con dos huevos dijimos: “a grabar el disco”.
B.: Más adelante volvistéis a la misma plaza, pero ya de otra manera.
E.: Claro, claro, eso fue... en 2010, ¿no?
S.: 2011. Después hemos hecho carpa (2010), plaza de nuevo (2011) y escenario grande (2012).
A.: Ya que decíais lo de la Nasti, ¿creéis que la oportunidad que tuvistéis de ir al Sonorama y este tipo de cosas, no sé, contactos digamos, se cuecen en la noche madrileña?
S.: Definitivamente. Nosotros al principio casi no hacíamos conciertos, ensayábamos y...
E.: (risas) Me acuerdo de una frase brutal. Cristian, de Radio Utopía, nos vino a ver a la fiesta aquella de La Pequeña Bety. Acabamos el concierto, viene y me dice: “joder, yo pensaba que tú eras un borracho, sin más, ¡ahora resulta que sabes tocar la batería!”. Para que veáis hasta qué punto salíamos. La gente ya nos conocía de vista, y luego se dio cuenta de que teníamos una banda.
B.: Lo vuestro ha sido de todas formas una carrera de fondo, os lo habéis tomado muy en serio.
S.: Lo que sí que hicimos cuando empezamos, y es algo que yo creo que nadie está dispuesto a hacer, es tirarnos 3 o 4 horas de local de lunes a viernes durante meses y meses... Y meses. Casi no tocábamos, y cuando empezamos a funcionar teníamos ya muy claro lo que queríamos. Éramos muy conscientes de nuestros puntos débiles y hasta que no los pulíamos no íbamos avanzando. Es mucho trabajo, algo así como lo de "que la suerte te pille currando". Nosotros estábamos todo el puto día currando y por la noche buscando la suerte. Además fue así como conocimos a Tricornio. A través de Georgina, que fue amiga nuestra, conocimos al técnico de la sala Costello, que era Juan Mora, Un día, en casa con ellos, en una fiesta, Georgina puso las nuestras demos y Juan Mora preguntó: “¿qué es esto?”. Entonces habló conmigo para montar un bolo en la Costello, y también avisó a sus dos colegas y les dijo: “¿estabáis buscando un grupo para montar algo independiente? Pasad por aquí”.
E.: Uno de ellos era Álvaro, que es nuestro manager ahora.
S.: Y el otro Damián, el otro manager. Así que fíjate.
B.: Con todo, algo como telonear a Foo Fighters... ¿Se puede llegar a esperar?
S.: Nos llamaron y nos dijeron: “¿queréis?”. Nos lo estuvimos pensando un poco... (risas). Y qué pereza, estábamos muy bien ahí, componiendo... Tener que coger las cosas e ir al Palacio de los Deportes a tocar...
E.: Qué pereza, ¡qué pereza! (risas)
S.: Pero al final dijimos que sí, que era buena promo, y lo hicimos, ¿no?
E.: Sí... ¡obligaos!
S.: (ya en serio) Nos lo propuso Live Nation, que son los que traían a los Foo Fighters. Siempre intentan apoyar a bandas españolas, metiéndolas en bolos de gente que viene incluso con telonero ya. Por hacerlo más grande, por el beneficio de las copas o de lo que sea. Por lo visto, pensaron en nosotros, aunque también hay un trabajo de Tricornio por detrás importante. Se propuso y el manager escuchó a la banda, dio el visto bueno por parte de Foo Fighters y pudimos tocar. Lo supimos, ¿con cuánto tiempo? ¿diez días antes?
E.: Una semana.
S.: ¿Te digo cuánto compusimos esa semana? Cero.
E.: No hicimos nada. Estábamos ahí en casa... esperando.
A.: Tachando días en el calendario.
E.: Pues como esta semana, que yo estoy... Se me ha hecho eterna, estoy hasta la polla. (Dinero cerraba gira la noche siguiente en el Ocho y Medio)
S.: ¿Sí?
E.: ¡Joder! Ayer casi me pudro en casa.
S.: Tú tienes pasta, ¿no? Que necesito un inversor para una movida.
E.: Cállate, que tengo un plato roto que me vale trescientos pavos y estoy jodido...
B.: Una de vuestras señas de identidad es vuestra intensidad en directo, a través del formato de trío eléctrico. ¿Se podría esperar en el futuro algún tipo de presentación en directo diferente, quizá de tipo acústico? ¿O eso con Dinero no pega?
S.: Hicimos un acústico para el Noise Off cuando hicieron lo de los cines, que montaban un escenario y tal, con una guitarra acústica... Fue muy raro.
E.: El día que hagamos acústicos le queremos dedicar nuestro tiempo, hacerlo bien. Nos va a costar mucho tiempo. Cuando lo decidamos será cuando lleguemos a un nivel de profesionalidad, con un equipo que nos lo permita... Pero por ahora no lo vemos ni cerca.
B.: ¿Sois eclécticos como oyentes? ¿escucháis algo que no pudiéramos esperar?
S.: Yo escucho rancheras, jazz, croonerismo... Mucho Frank Sinatra.
E.: No le hago ascos a ningún estilo. Escucho a una banda y si me gusta, me gusta.
S.: A veces lo que me gusta es no escuchar nada a propósito. Hay épocas en las que me apetece no escuchar nada de música.
S.: No, es que valoro tanto el silencio que es incluso mejor que la música, sobre todo en una ciudad como esta. Me pongo sonido de olas de mar una hora seguida, repetido, para dormir la siesta.
E.: Yo me pongo La 2 para dormir. De hecho, tengo La 2 puesta todo el día. Lo gozo, ¿eh? Con la sabana... Hoy he estado viendo a unas águilas que se comían a una cabra.
S.: Si fuéramos fans de un grupo más metalero o más cañero sorprendería, imagino, pero...
E.: Yo ahora estoy escuchando el de Danko Jones y el de Soundgarden.
S.: El de Deftones.
E.: Y el de Deftones. Esos tres son los que llevo escuchando estas tres semanas. Me los pongo todas las mañanas uno detrás de otro. Y estoy esperando a que Tool saquen de una vez ya el puto disco.
B.: Como punto y final, y para terminar con algo positivo. Aunque decís que realmente es muy duro, una vez arriesgas y apuestas por una carrera musical, con todos los sacrificios que eso conlleva, ¿cuáles son esos momentos en los que dices “esto vale la pena”?
E.: Ahora, con toda esta gira. Los dos meses que llevamos de gira. Acabas el concierto y dices: “bien, de puta madre”.
S.: Yo sé que todo esto sigue mereciendo la pena cuando estoy en casa y cojo la acústica, o estoy en la ducha y se me ocurre cualquier chorrada (que siempre suena mejor en la ducha) y la grabo con el móvil de cualquier manera. Empiezo a imaginarme cómo es la canción y acaba convirtiéndose en una... Al final, si tú no disfrutas con tu propia música nada tiene sentido, y nosotros seguimos disfrutando, ilusionándonos muchísimo con cada nueva canción, con cada cosa. Al final es lo que cuenta.
E.: Yo es que soy un bicho del escenario. A mí me pones mi batería y me da igual que haya diez o mil, que ese momento, esa hora y media, es impagable. Y ver que la gente responde y que esas canciones que haces en el local de repente tienen feedback de la peña pues... Yo en el País Vasco ya había tocado, pero ir a Valencia y encontrarte con 300 personas cantando esas canciones que has hecho fumándote un porro en el local de mi casa, pues mola.
S.: Es lo que hace que merezca la pena, lo decimos en nuestros conciertos. Al final todas las cosas malas que están detrás del escenario se quedan ahí en el momento en el que tienes a la gente delante. Suena muy bonito y tierno, pero es que es verdad.
Texto de Bruno Corrales y Amanda Tijeras
Fotografía de Amanda Tijeras
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