Guadalupe Plata en Clamores (02.11.12)
¿Y qué tenemos? Además de respeto, expectación y una sala nuevamente repleta. Tenemos canciones, por supuesto. Momentos frenéticos con Pollo podrío o Gatito, blues densos y endemoniados con Oh my Wai oh my Mai o I'd Rather be a Devil e incluso canciones nuevas que lograban poner por las nubes las ganas de escuchar ese nuevo trabajo. Pero cuesta mucho entender los conciertos de Guadalupe Plata de esta forma, como una simple sucesión de temas.
Haciendo de la voz y de las letras poco menos que detalles en sus directos, con la experimentación sonora convertida en la base de su música, el trío andaluz impresionaba nuevamente con multitud de temas instrumentales, extrañas y suponemos que autodidactas formas de tocar, instrumentos artesanos, juegos con la retroalimentación y solos brutales. Un verdadero viaje, abstraídos ellos y el público, con la mínima interacción verbal más allá de una entrañable dedicatoria a la madre de Paco, presente en la sala. Una banda a años luz de cualquier lugar común, más aún a la hora de ganarse a la gente, ofreciendo una propuesta nada sencilla de asimilar a bote pronto pero, ¿no es lo más complicado de conseguir lo que realmente nos gusta?
Guadalupe Plata son capaces de transformar horas en minutos, blues y rock en un estilo propio e inconfundible. Genios, locos o iluminados, al fin y al cabo forman parte de ese tipo de artistas que con la misma matería prima que los demás son capaces de ofrecer una visión completamente distinta, sin renunciar nunca a sus raíces ni a los colores de su lugar de origen.
Desde abajo, una experiencia en el sentido más lisérgico. Guadalupe Plata no están prohibidos pero, visto lo visto, bien podrían estarlo.
Texto de Bruno Corrales
Fotos de Amanda Tijeras
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