La última vez que hablamos, durante la primavera del pasado año, tu plan era hacer un LP para debutar en solitario, estaba incluso prevista una grabación. ¿Qué cambió para que al final apostaras por un EP, publicando 22 de octubre?
Pues... bueno. Fue progresivo. Al principio pensaba hacerlo, monté un poco la estructura, lo que quería hacer y eso, pero después empecé a pensar que aquello era... Bueno, mirando un poco cómo estaba el contexto de la industria y lo que suponía hacerlo a nivel económico, el desembolso que suponía y entrar en una dinámica de promoción normal... Como que de repente empezó a darme pereza. Empecé a pensar que a lo mejor no era tan buena idea. Luego se me ocurrió esto, que no sé cómo se me ocurrió. Un día llegué a esta conclusión y me encajó todo perfectamente a nivel artístico. Pensé que podía ser mucho más divertido estar componiendo hoy para grabar dentro de tres meses y que esté editado a los cuatro. Un pulso mucho más inmediato. Pensé, puedo tirarme así un tiempo, uno o dos años hasta que vuelva a hacer un LP, en el caso de que vuelva a hacerlo.
Es una manera de trabajar mucho más interesante porque pierdes la perspectiva de la cosa de empresa. No solo estás tocando en directo las canciones, sino que las grabas de poco en poco. O como pasó con 22 de octubre, que hice una canción en el estudio. Ese tipo de cosas no se podrían hacer, y puede parecer a lo mejor un poco tonto pero tiene mucha importancia porque la otra manera de trabajar es un poco como opositar. Estás dos años metido en ensayos, en conciertos y eso, haciendo un grupo de canciones que un día grabas. Y en el momento en el que las grabas estás hasta los huevos de ellas, han envejecido muy rápido y estás con otras cosas. Pensé que era el momento perfecto tal y cómo están las cosas. Se lo dije a los tíos de la compañía y me dijeron que les parecía bien.
Es una manera de trabajar mucho más interesante porque pierdes la perspectiva de la cosa de empresa. No solo estás tocando en directo las canciones, sino que las grabas de poco en poco. O como pasó con 22 de octubre, que hice una canción en el estudio. Ese tipo de cosas no se podrían hacer, y puede parecer a lo mejor un poco tonto pero tiene mucha importancia porque la otra manera de trabajar es un poco como opositar. Estás dos años metido en ensayos, en conciertos y eso, haciendo un grupo de canciones que un día grabas. Y en el momento en el que las grabas estás hasta los huevos de ellas, han envejecido muy rápido y estás con otras cosas. Pensé que era el momento perfecto tal y cómo están las cosas. Se lo dije a los tíos de la compañía y me dijeron que les parecía bien.
22 de octubre está lleno de detalles. Desde los interludios que incluyes entre las canciones a la propia presentación del vinilo. Todo esto, ¿hasta qué punto vino dado por lo peculiar de la grabación? ¿O ya lo tenías en mente?
No, la verdad es que van surgiendo cosas. Esta manera de trabajar es relativamente nueva para todos nosotros, y creo que en general para todo el mundo. No sé si alguien ha hecho esto. Probablemente sí lo hiciese más gente a principios de la historia del rock. La gente grababa un single cada dos meses y así iban tirando. Pero con la eclosión de la cultura del rock se impuso el disco como una manera más aprovechable a nivel económico. Tienes a una banda grabando, luego la sacabas de gira durante un año y medio y la volvías a meter. Pero tal y como está ahora todo, que está completamente destruido... Tocar cuesta mucho. Me cuesta mucho a mí, que tengo relativa facilidad y un background detrás. Pienso en la gente que está empezando ahora y, madre mía, lo tienen más difícil que nunca.
En cuanto a esto, ¿qué opinas de las formas de consumo que se están imponiendo? En tu caso recuperaste el formato vinilo e incluso junto a Maral, tu discográfica, has apostado por dispositivos nuevos como el USB.
Supongo que estamos en algún momento de transición, creo que la cosa se establecerá de alguna manera. Cómo hacer que este tipo de cosas generen dinero otra vez. No sé si hasta el punto de cómo lo generaban antes. Probablemente parte de la culpa de lo que está pasando ahora es del exceso del mundo de la música, de las compañías, del aprovechamiento de un dinero público a través de cachés infames de los grupos durante las buenas épocas económicas. De repente aparecía El Canto del Loco y cobraba tres mil pavos por tocar en Mansilla de las Mulas. Cosas así. Pero de alguna manera la revolución tecnológica tiene mucho que ver. En este caso grabar en vinilo ha sido con un componente artístico-emocional y personal. Me apetecía mucho hacerlo en vinilo porque es como el primer lenguaje que yo conocí del rock y las cosas suenan de otra manera. Y por otro lado, tirar la caña a sitios distintos, a ver qué pasa. Este siguiente lanzamiento va a ser más estándar, va a ser un CD. En principio iba a hacer un libro y toda la hostia, pero voy a hacer un CD normal y corriente con cuatro canciones y voy a seguir dando un poco pasitos.
En cuanto a la banda, tienes ya bastante perspectiva con Khoury, que ha estado contigo durante estos últimos dos años girando en acústico. ¿Cómo diste con él y qué es lo que piensas que ha aportado a tu música?
Bueno, yo a Khoury le conocía de vista, pero le conocí finalmente porque me lo presentó Dani “Patillas”. Yo estaba buscando a un guitarrista y me habló de él. Enganché muy bien con él, es una persona adorable en todos los sentidos. Y musicalmente es muy buen músico, es mucho punk que yo. Es más... Yo le llamo “hippie”, no sé si se me entiende este concepto, un tío muy gustado de hacer melodías, muy músico. Eso hace que a veces te obligue a comerte la olla con determinado tipo de cosas que para una persona de mi mentalidad son un poco superfluas. Si la voz es una tercera-quinta-séptima o una tercera-cuarta-quinta-séptima. Ese tipo de cosas hace que el trabajo sea divertido y tome otra dimensión. Su aportación es musical en el sentido estricto de la palabra.
¿Un punto de vista necesario?
Evidentemente, para lo que vaya a pasar es necesario, para cómo se estén plasmando las cosas. Siempre hay muchos caminos para hacer una misma canción. Una canción, si es buena, yo pienso que se puede abrir de varias maneras, pero cuando estás trabajando con otros músicos tienes que tener la mentalidad de que esos tipos van a enriquecer lo que tú haces. No soy el tipo de persona que obliga a la gente a tocar lo que yo quiero, lo que suena en mi cabeza. Dejo que los tíos toquen. Muchas veces te sorprenden, muchas veces mejoran las cosas. Y otras veces simplemente dan un punto de vista que tú no tenías y que te enriquece.
Has anunciado que a tu nueva banda se incorporan Dani "Patillas" al bajo y Antonio Álvarez “Pax” a la batería. Lo de Pax resulta curioso, pues en vuestros círculos más cercanos os habéis venido retroalimentando, no necesitando saliros de él a la hora de buscar a otros músicos en caso de necesidad.
Ha sido un poco porque estaba cansado de todo esto. Empezó cuando me fui de la Alameda de Osuna. De repente me fui, me mudé y empecé a pensar que me venía bien un poco de aire. La escena musical de la Alameda de Osuna es una escena interesante, pero es una escena pequeña en la que se mueven veinte músicos como mucho. Es como que todo el mundo tiene la saliva de todos, no sé si me explico. La cosa es que llega un momento en que ya es un poco asfixiante. Yo estaba tocando con Datz la batería, y cuando estábamos preparando la grabación de este segundo EP me llamó y me dijo: “tío, me ha llamado Rubén (Pozo) para que toque con él y me ofrece un chingo de langa” (risas). ¿Qué le puedo decir? ¿no? Entonces, no quería que me volviese a pasar eso.
Me acordé de una temporada en la que había estado currando de mercenario con Deluxe, de una manera rarísima. Xoel echó a los músicos que tenía y había que sacar unos conciertos adelante de una manera exprés. Llamaron a la Vacazul, pero Jairo estaba tocando con Amparanoia. Entonces entré yo y toqué con Pax, con Javi Vacas y con Txarras, que era el teclista. La banda éramos estos tres, Xoel y yo. Ahí conocí a Pax, y conecté con él a nivel personal, aparte de que es un batería fantástico. Es un tipo muy particular con el que tuve una onda muy buena. Luego él se fue, estuvo por ahí en la India, en Japón... Estuvo durante dos o tres años tocando en los sitios más inverosímiles. Y cuando volvió me avisó a través de Facebook. Hablábamos regularmente, pero no nos habíamos visto. Cuando me pasó esto con Datz le llamé, quedamos y llegamos a un acuerdo. La verdad es que eso ha sido muy importante. La endogamia musical en la Alameda de Osuna es un poco enfermiza.
Me acordé de una temporada en la que había estado currando de mercenario con Deluxe, de una manera rarísima. Xoel echó a los músicos que tenía y había que sacar unos conciertos adelante de una manera exprés. Llamaron a la Vacazul, pero Jairo estaba tocando con Amparanoia. Entonces entré yo y toqué con Pax, con Javi Vacas y con Txarras, que era el teclista. La banda éramos estos tres, Xoel y yo. Ahí conocí a Pax, y conecté con él a nivel personal, aparte de que es un batería fantástico. Es un tipo muy particular con el que tuve una onda muy buena. Luego él se fue, estuvo por ahí en la India, en Japón... Estuvo durante dos o tres años tocando en los sitios más inverosímiles. Y cuando volvió me avisó a través de Facebook. Hablábamos regularmente, pero no nos habíamos visto. Cuando me pasó esto con Datz le llamé, quedamos y llegamos a un acuerdo. La verdad es que eso ha sido muy importante. La endogamia musical en la Alameda de Osuna es un poco enfermiza.
Pax a la batería durante un concierto de 3000 Hombres en Honky Tonk (Febrero de 2008)
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Sí, aire nuevo. Aire nuevo dentro de que Pax es un mítico del rock en Madrid. Hay que aprovechar mucho eso. Cuando empiezas a hacer una banda con alguien o tiras de un criterio artístico-musical y vas a por el tío porque te gusta cómo toca sobre todas las cosas o abres un rollo, desde mi manera de ver la música, con una persona con la que tienes química a nivel personal. Dando por supuesto, evidentemente, que es un buen músico. Pax y yo nos llevamos muy bien. Es un tío muy curioso, me encanta currar con él y es súper serio en lo que hace. El tío toca con ocho o nueve bandas.
Totalmente diferente, sí. Va a ser un disco de rock. Es un disco ya con una banda y empieza a perfilarse un poco de qué va a ir el rollo. Tiene también su toque particular porque no toco la guitarra en este disco. Solo toco el buzuki porque estoy teniendo una especie de idilio con el instrumento. Desde un enfoque de guitarrista de rock, claro. En cuestión de sonido, las canciones tienen un carácter muy particular. Desde luego son canciones de rock.
Todo lo que habéis tocando hasta ahora, ¿encajará con la formación clásica de rock? ¿se adaptará?
Sí, sí. Algunas se quedarán por el camino, supongo, pero en principio estas tres enganchan muy bien. Son tres intensidades distintas, pero enganchan muy bien. Mi idea es, a medida que vayan creciendo los EPs, ir sumando. Ahora somos guitarra, buzuki, bajo y batería. En el siguiente, si puedo, meteré un pianista. Estoy haciéndolo crecer.
En los últimos meses has hecho varios conciertos online desde el Figaro Café. Conciertos íntimos por el lugar y por las pocas personas que pueden acudir físicamente, pero al mismo masivo al ser retransmitido para todo el mundo. ¿Te has sentido cómodo con la idea?
Sí, es una sensación rara, pero está bien. Es un poco lo que hablábamos antes con respecto a los soportes, hay que mirar en sitios distintos. Ésta ha sido una iniciativa que ha nacido de la relación con David Canfran, que es un tío también de la órbita de la Alameda de Osuna. Él es músico, tiene una banda, pero realmente a lo que se dedica es a la gestión. Es también técnico de sonido, técnico de grabaciones... Me lo propuso porque a él le picaba un poco la idea y también un poco para probar. Con respecto a ver un concierto en internet, en tu casa... Pues no lo sé, no sé qué quieres que te diga. Supongo que cada vez esto es más normal, ¿no? Yo me quedo con que aquello fue una amplificación. Para mí, la sensación bonita es lo que estaba pasando ahí. Un concierto con veinte personas es algo increíble. Puedes mirar a la gente a la cara, tiene otro rollo, da una sensación más de recital. Es muy interesante.
Considero que formas parte de una clase de músicos no dispuestos a pasar por cierto tipo de aros que plantea la industria con el objetivo de prosperar de una forma más rápida. Siempre lo habéis hecho un poco a vuestra manera. Quería poner esto en relación con la unión que desde hace un tiempo tienes con La Casa con Ruedas, que es una asociación que busca, más que un beneficio económico, un intercambio cultural. ¿Puede tener que ver tu propio carácter a la hora de trabajar en el mundo de la música con lo bien que te has entendido con ellos?
Es cierto, pero por otro lado también tengo una compañía, que son tipos que tratan de hacer negocio con ella. En el sentido de que no quiero tampoco dármelas de apóstol de nada. Lo que sí que utilizo siempre para guiarme a la hora de hacer todo es la química con la gente. Algunas veces me he equivocado, pero creo que es lo más importante. Sucede que mientras estás haciendo las cosas te lo estás pasando bien, que al fin y al cabo se trata de eso. En el estudio yo he tenido experiencias más o menos amargas con productores en general. Cuando grabamos con Fino Oyonarte el No disparen al pianista fue un infierno. No es porque el tío me cayese mal, que no me cae mal, es un tío majo y simpático pero... Era como “joder, estoy grabando nuestro nuevo disco, lo va a sacar una multinacional y estoy aquí sufriendo en un estudio porque no me entiendo con este tio...”.
Entonces, tienes una decisión vital. Hay gente que te dice: “hay que hacerlo a nivel profesional, búscate al mejor”. He escuchado estas monsergas durante este año un montón de veces, pero realmente, cuando conocí a Miguel (La Casa con Ruedas) es que me cayó de la hostia. Escuché lo que hacía y dije: "este tío a nivel técnico es suficientemente bueno". Tan bueno como Juan de Dios en realidad, ¿sabes? Es bueno haciendo lo que hace y yo confío en que, como nos llevamos bien y nos entendemos, vamos a llegar a algo bueno.
Entonces, tienes una decisión vital. Hay gente que te dice: “hay que hacerlo a nivel profesional, búscate al mejor”. He escuchado estas monsergas durante este año un montón de veces, pero realmente, cuando conocí a Miguel (La Casa con Ruedas) es que me cayó de la hostia. Escuché lo que hacía y dije: "este tío a nivel técnico es suficientemente bueno". Tan bueno como Juan de Dios en realidad, ¿sabes? Es bueno haciendo lo que hace y yo confío en que, como nos llevamos bien y nos entendemos, vamos a llegar a algo bueno.
Ignacio Khoury y Alfa en uno de sus acústicos en Figaro Café
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De 22 de octubre tuvo una especial acogida Las ratas y los piojos, canción en la que hablas alto y claro sobre cuestiones políticas y sociales. ¿Crees que los músicos tienen una responsabilidad con la sociedad en la que viven, y que temas tan importantes deben tratarlos en sus canciones?
No lo sé. Hasta ahora siempre pensaba que una persona, ya no un músico, sino cualquier persona, tenía la obligación de tener una opinión formada sobre lo que pasaba a su alrededor, y también de posicionarse. Eso es algo que tenía integrado supongo que a nivel educacional. Ahora quizá no lo veo de esa manera, veo que hay veces que es mejor no decir lo que piensas en según qué ocasiones, porque puede que sea contraproducente incluso para la propia causa que persigues. Yo creo que los músicos, como cualquier persona, tienen una responsabilidad en el entorno en el que viven que tienen que ejercer, porque la vida no solo sucede de puertas de casa de uno para adentro.
La idea de ser un portavoz de algo me parece un poco más compleja, no sé. Yo voy a seguir escribiendo cosas sobre lo que me apetezca o sobre lo que pueda. Muchas veces no eres dueño de lo que compones, te vas preñando de sensaciones y de repente las sueltas. Voy a tratar de hacerlo así porque creo que es la manera honesta de hacerlo. Con respecto a ese momento puntual, que yo creo que fue bastante importante, tenía ganas de dejar constancia. Y si pasase otra cosa de ese nivel, probablemente no pudiese mirar hacia otro lado.
La idea de ser un portavoz de algo me parece un poco más compleja, no sé. Yo voy a seguir escribiendo cosas sobre lo que me apetezca o sobre lo que pueda. Muchas veces no eres dueño de lo que compones, te vas preñando de sensaciones y de repente las sueltas. Voy a tratar de hacerlo así porque creo que es la manera honesta de hacerlo. Con respecto a ese momento puntual, que yo creo que fue bastante importante, tenía ganas de dejar constancia. Y si pasase otra cosa de ese nivel, probablemente no pudiese mirar hacia otro lado.
Existió la posibilidad de que tu segundo EP viniera acompañado de un libro. ¿Cuál es tu relación con la literatura? ¿Cuáles son tus referentes y hasta qué punto te influye a la hora de escribir canciones?
Hoy por hoy es una fuente principal para mí. Me paso cuatro horas al día leyendo, todas las que puedo. No tengo televisión en casa. Me parece la forma más bonita de comunicarse porque te deja mucho a ti. Tú realmente estás siguendo unos símbolos, pero todo pasa dentro de tu cabeza. Es muy estimulante. Puedes imaginarte la casa de Bernarda Alba como quieras, de los colores que quieras, aparte de lo que el tío te pueda decir. Realmente como silo, como sitio al recurrir para recoger cosas, es increíble. Escribir me parece un ejercicio a nivel personal de canalización de muchas cosas. Si no escribiese, todas esas cosas se quedarían rebotando dentro de mi cabeza, y ya no solo tendría que correr tres días a la semana, tendría que correr ocho (risas). Creo que es como una manera de meditar en el sentido oriental de la palabra. De colocar cosas en la cabeza, de imaginar... No sé, me lo paso muy bien leyendo y escribiendo.
Claro. La gente lo que pasa es que no tiene mucha memoria. Si tuviesen más memoria se darían cuenta de que el 50% del universo son plagios (risas). Cosas que he sacado de cual o tal libro... Es verdad, es verdad, me encanta la literatura. Para este disco no lo haré porque creo que era crecer demasiado rápido. Vamos a dejar un poco de tiempo y vamos a ver qué sucede porque a lo mejor podemos hacer algo que sea realmente grande. Un entramado, una novela que se entrame con un disco... Vamos a dejar un poco de tiempo. Al principio los de la compañía me propusieron la idea, escribí los dos primeros relatos y me parecieron muy buenos, pero al escribir el tercero me entró esa duda... ¿no estaré sobrando? Vamos a hacer un disco con la banda y ya habrá tiempo para hacer este tipo de cosas.
Texto de Bruno Corrales
1 comentarios :
interesante entrevista que me deja con muchas ganas de que llegue el nuevo EP de Alfa.
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