Guadalupe Plata en Boosters Club (07.10.11)
Colas de gente en la calle Palafox, bordeando la esquina con Clamores. A escasos minutos del comienzo del concierto ya podíamos hacernos una idea de la expectación real que están causando últimamente Perico de Dios, Carlos Jimena y Paco Luis Martos. Es decir,
Guadalupe Plata. Pero las impresiones a pie de calle solo eran una pequeña advertencia. Escaleras abajo, ya con un pie en Clamores, quedaba todo claro. Una sala abarrotada de gente anunciaba una noche intensa, de rock y sudor, en un lugar acostumbrado a la elegancia y el reposo del jazz. Curiosa combinación con el sello del Boosters Club, que ocupa con gran criterio cada viernes la veterana sala.
Nadie sabe a ciencia cierta qué han hecho Guadalupe Plata para merecer esto. En un principio, los de Jaén parecen haber leído al revés el manual de instrucciones, ofreciendo unas canciones en las antípodas de lo comercial, fuertemente enraizadas en el blues. En directo nos presentan una propuesta sencilla con un resultado arrasador, pero sobre todo peculiar. Toda una experiencia. La banda arrancaba siguiendo el orden de su primer trabajo, un EP homónimo publicado en 2009. Tras una lenta introducción sonaba
I'd rather be a devil, y justo después una de las estrellas de sus directos,
Cementerio. Hay que tener en cuenta que no son un grupo fácil de escuchar, pudiendo generar incluso rechazo inicialmente. Una incomprensión que sin duda tiene su cura en el directo.
Al concierto pronto se unieron las canciones de su primer LP, en descarga gratuita desde su Bandcamp y editado en vinilo por Folc Records, cuyo responsable, el también miembro de
Los Chicos Gerardo Urchaga, se encargó de promocionar recorriendo las primeras filas con el disco por sombrero. Así, sonarían
Pollo podrío,
Como una serpiente,
Gatito,
El boogie de la muerte o
Lorena, para terminar de levantar al público antes de retirarse con una de sus canciones más reconocibles,
Baby me vuelves loco. Si algo han logrado Guadalupe Plata es rezumar personalidad en cada nota. Y eso, como se suele decir, sin haber inventado nada. Textos mínimos o inexistentes alternando el inglés con el castellano; pasajes densos, arrastrados; la ausencia de una buena voz y un extraño bajo de una única cuerda, obra del también artesano Paco Luis Martos. Sus peculiaridades dan para escribir un libro. Sin embargo, lo que cuenta es lo que consiguen transmitir, y en ese caso la victoria es irremediable. El grupo volvía pronto al escenario, listo para rematar la noche con canciones como
Jesús está llorando y
Oh my way oh my mai.
Sin un gran apoyo, la banda ha ido generando una gran fama con sus directos. Llama la atención la admiración causada sobre todo entre los compañeros de profesión, convirtiendo a Guadalupe Plata en unos fijos en cuanto a recomendaciones en la prensa. La banda, que esta noche estará actuando en Santiago de Compostela, volverá a Madrid el próximo martes 8 de noviembre, concretamente a la sala El Sol, donde acompañarán al armonicista
Walter Daniels.
Texto de Bruno Corrales
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