Nacido en Getxo, Iñigo Coppel reside en Madrid desde que decidió apostar por su carrera en solitario. Apasionado por el rock y las canciones desde muy pequeño, en Bilbao formó parte de Zodiacs y colaboró con músicos como Daniel Merino o Bosco el Tosco. Ya en 2007 daba salida a su proyecto en solitario publicando Perdón por existir, una buena carta de presentación que dejaba entrever que no pretendía ser uno más, consiguiendo eso tan sencillo y al mismo tiempo tan difícil de alcanzar, personalidad. Tres años después vuelve con una segunda entrega, El hombre que mató a Iñigo Coppel, grabado con el sello Lucinda Records y producido por José Nortes. Iñigo Coppel es un hombre de acústico, que acostumbra a presentarse solo con su guitarra en cualquier lugar. Pero es al mismo tiempo heredero del mejor rock español, aquel que una vez dibujaron bandas como Burning, Los Enemigos o Loquillo y Trogloditas. Quedamos con él en la céntrica plaza de Callao para conocerle un poco más. Este es el resultado.
¿Cómo empezaste?
Empecé muy pronto, con 10 años. Descubrí a Bob Dylan y de repente empecé a tomármelo muy en serio. Vi en la tele el documental Don’t look back con las canciones subtituladas y con eso ya empecé a obsesionarme un poco. Empecé a comprarme libros de letras de canciones traducidas, a aprender inglés.... A raíz de Bob Dylan empecé a investigar todo esto de el rock americano, todo el rollo de los años 50 y 60. Me gustaron mucho también los poetas beat. En eso, empecé a tocar la guitarra. Vi una en casa de mis padres, una española de éstas que no quería nadie, guardada en un armario. Me di cuenta entonces de que soy zurdo, una cosa un poco rara porque soy diestro para todo menos para tocar la guitarra. La suerte es que empecé muy pronto y creo que eso es fundamental porque tienes todo el tiempo del mundo y cuando eres un crío para ti es como un juguete, además de que los niños aprenden con mucha facilidad. Me movía por referencias. Leía una entrevista de Bob Dylan y resulta que le gustaban Allen Ginsberg o Jack Kerouac. Y leía a Kerouac, al que le gustaba el jazz, entonces a escuchar a Charlie Parker. Empiezas así, y hasta ahora.
¿Era lo normal entre la gente de tu edad interesarse tanto por todo esto?
La verdad es que sí, aunque no tanto como yo. Yo tenía muchos amigos que también empezaban a tocar. Iba a un colegio horrible de curas, bastante fascista y duro. Creo que por eso buscamos salidas. Recuerdo que, por ejemplo, dibujábamos cómics e hicimos como una editorial. Como nos gustaban los cómics de Fórum, lo que es la Marvel aquí, nosotros teníamos una editorial que se llamaba Tórum. Cada uno teníamos nuestro superhéroe y hacíamos historias. Al principio me parecía una cosa muy natural pero luego me di cuenta de que había un rollo creativo chulo. Por otro lado, mis padres no tenían mucha música pero tenía amigos con hermanos mayores que tenían muchos vinilos. Íbamos a sus casas a escuchar música e investigar. También recuerdo que había gente con padres que tenían colecciones de vinilos que no querían para nada y las regalaban. Y tenían joyas, igual ochocientos vinilos de los años 60 que les parecían basura. Y nosotros encantados, nos pegábamos por ellos. El caso es que si te empiezas a aficionar mucho a algo sólo te relaciones con gente que tiene las mismas inquietudes. Nos juntamos allí unos cuantos y entre todos empezábamos a montar cosas, a juntarnos para tocar. Al principio eres malísimo pero, como era tan pronto, tienes tiempo con los años.
¿Cómo han evolucionado tus gustos hasta hoy?
No he parado de investigar. He estado muchos años investigando el rock, pero sobre todo lo que son las canciones. Me gusta mucho el rollo de las letras. Empecé con Bob Dylan y el rock americano pero también con el rock español. Aunque el rock & roll me flipa, soy más de canciones. Siempre me ha gustado más Jacques Brel, o gente de la canción francesa que no tiene mucho que ver con el rock, que Led Zeppelin. Las canciones me interesan más. O Leonard Cohen más que Iggy Pop, por poner otro ejemplo. Y más si están escritas en castellano, porque yo siempre he tenido claro que me gustaba escribir en español. Y me gusta ir a un bar, tocar y que la gente entienda. Por ejemplo, me metí muy pronto en el tango, que me encanta. Toda la música sudamericana me flipa, pero el tango especialmente. Todas las letras son buenísimas y las canciones son increíbles, todo Gardel me alucina. Últimamente me ha dado por la música clásica, por el jazz. Cada vez voy abriéndome un poco más, y así voy a estar toda la vida. Porque para mí toda la música tiene su punto, su momento y su interés.
En cuanto a lo que dices sobre cantar en castellano. Hay artistas muy influenciados por el rock americano, como puede ser Hendrik Röver, que en las entrevistas defienden que se cante en el idioma en el que se siente...
Es que eso es lo real. Me parece muy bien, que cada uno haga lo que quiera, como si quiere cantar en chino... Pero no me lo creo. Esto va de que tú sientes algo y lo expresas, ya sea pintando un cuadro, haciendo una película o componiendo una canción. Y si lo haces en un idioma que no es el tuyo y no conoces muy bien... Me parece que lo auténtico es tener algo que decir, decirlo y que la gente lo entienda. Me molesta el argumento que dice que el español es un idioma feo, que no se puede cantar rock and roll en castellano. Puedo estar de acuerdo en que es más difícil que el inglés, que tiene más facilidad porque son frases más cortas, pero al que dice eso yo le diría que escuchara a los Burning. Mueve tus caderas es un rock and roll perfecto en castellano, a gran nivel de letra y de métrica. ¿Qué hay que saber hacerlo bien? pues si, pero es una cuestión de talento, no del idioma. Yo escucho Caballo de cartón de Sabina y me parece una balada dylaniana perfecta, con una letra buenísima, hablando de Tirso de Molina, Sol, Gran Vía o Tribunal en vez de Greenwich Village. Es cuestión de adaptarlo bien, se puede hacer perfectamente.
Hablamos ya de tu nuevo disco, El hombre que mató a Iñigo Coppel, que salió el pasado 21 de septiembre. ¿Qué expectativas tienes con él?
Quiero que se escuche mucho, y me gustaría poder tocar mucho también. Yo sé que ahora no se venden demasiados discos pero si nos sirve para poder tocar por bares por toda España para mi ya sería un logro. Además de que es allí donde se van a vender los discos y vas a tener un poco más de repercusión con el boca a boca. Quiero centrarme en poder salir de Madrid y tocar en muchos sitios.
En tu banda ahora cuentas con Alfonso Adánez y a Carlos Altube de Los Madison y con Ignacio Garbayo de los Zodiacs, ¿los vas a mantener durante toda la gira?
Si, claro. Lo que pasa es que tocaré muchas veces solo. Aparte de que me encanta, moverlos por ahí muchas veces es complicado. Hay muchos sitios a los que sólo voy a poder ir en solitario. Me gustaría tocar mucho por ahí y si va bien y podemos repetir con un poco más de dinero ya podré ir con banda la próxima vez. Las presentaciones de Madrid las haremos con banda y, en cuanto a lo demás, lo que se pueda.
Cantas en el primer tema del nuevo disco cosas como "Entérate Madrid, he venido a quedarme y no me pienso ir" o "Estoy cansado de pedir perdón por existir..." todo eso supongo que refleja las ganas que tienes, ¿no? o son una especie de reivindicación.
Si, me he dado cuenta de que muchas de las canciones del disco tienen esa idea de “yo voy a salirme con la mía”, de que voy a hacer lo que yo quiera, que voy a sacar mi historia adelante y no me voy a rendir. Es una temática muy normal en los discos de rock. Yo creo que la tengo muy metida y eso es bueno. Después de tener tantos problemas hemos sacado el disco adelante y la verdad es que estoy muy contento, sobre todo porque hemos solucionado muchas cosas que ya no van a volver a pasar. Yo no voy a volverme a tirar tres años para sacar un disco, puedo hacerlo el año que viene si quiero. Vas encontrando el camino para hacer tu historia, eso está muy bien.
Otro tema que está también en este disco es el Blues hablado sobre el mayor fan de Bob Dylan del mundo. ¿Cómo surgió?
Pues, fíjate, te lo iba a comentar hablando de estas épocas malas. Yo he tenido mucha suerte. Y es que cuando he tenido épocas muy muy bajas ha pasado algo muy bueno que me ha dado más energía. La época del primer disco fue una época de malas experiencias tocando en bares y estaba muy desanimado. Por otro lado, ahí me di cuenta de que por muy mal que estuviera me gusta mucho hacer canciones y siempre voy a hacerlas. Porque cuando ya pensaba que no iba a grabar discos ni iba a hacer nada, seguía haciendo canciones. Ahí me di cuenta de que realmente es lo mío y que es lo que voy a hacer siempre.
Hice esta canción, que es un blues hablado como los que hacían Bob Dylan y Woody Guthrie. La hice para unos amigos de Bilbao que hacen fiestas de Bob Dylan en las que tocan versiones y me invitaron. A mi me pareció muy divertido ir y tocar esto. La hice para ellos y pensaba que sólo la iba a tocar ese día. Duraba como 8 minutos la primera versión, la grabé en una maqueta para enseñársela y acabó en manos de Diego A. Manrique. Le gustó mucho y la puso en El Ambigú. Para mi cambiaron muchas cosas, el mero hecho de que la pusiera él en un momento en el que yo ya estaba harto de todo y sin ganas de nada, el hecho de que la pusiera en El Ambigú me dio muchos ánimos, me hizo ver que si la pone Manrique en su programa es que algo estoy haciendo bien. Mucha gente me conoció ahí y me empezó a mandar mensajes. Me escucharon por primera vez también los de Lucinda, la discográfica con la que estoy ahora. Fíjate la importancia que tiene que te ponga Manrique una sola vez, me ayudó muchísimo. Valga como ejemplo esto para ver la importancia que tiene un programa como El Ambigú, ahora que lo han quitado.
También me di cuenta del poder de YouTube y de los blogs. Cualquier cosa que hagas puede tener mucha repercusión. Esa canción la hice para mis amigos y me permití una serie de cosas en la letra, que la hice pensando que sólo la iban a oír veinte personas en un bar. Cuando la pusieron en El Ambigú y la escuchó tanta gente me impresionó mucho. Hubo comentarios muy buenos en general pero me dio un poco de miedo que hubiera gente que pensara que era una canción con malas intenciones. Aunque yo creo que es obvio que no.
Eso quería preguntarte. ¿Es sólo una broma o tratas de mandar algún mensaje?
No, para nada. Para empezar, tal y como es la canción, está claro que yo soy muy fan de Bob Dylan. En realidad yo no hablo nada de él, hablo de la obsesión de los fans de Dylan. Me gustaría pensar que está muy claro que lo he hecho con todo el cariño del mundo, porque yo también he sido un fanático y he ido a verle a mil sitios. En sucesivas versiones la he ido reescribiendo y mejorando y la versión definitiva, la que hemos publicado en el disco, es la que me gusta. Quería hacer una versión definitiva en la que ni el tío más malpensado del mundo pudiera ver malas intenciones.
Portada del segundo disco de Iñigo Coppel |
No. Puede ser premeditado la selección de las canciones. Me gusta mucho que haya equilibrio. Si la de Bob Dylan es larga y humorística la siguiente quiero que sea todo lo contrario. No me gustan estos discos que cuando escuchas el primer minuto ya has escuchado el resto. Me gusta que haya contrastes, que no sea todo el disco gracioso o dramático, que vaya sorprendiendo, y creo que en este disco lo hemos conseguido.
Cambiaste de discográfica para tu segundo disco. Como dijiste, ahora estás con Lucinda Records, ¿hay grandes diferencias entre tu primera experiencia y ésta?
Si, el primero yo lo tenía ya grabado. Tocaba en los Zodiacs en Bilbao y de repente tuve la posibilidad de grabar mis canciones. Al tío del estudio le gustaron mucho y yo las grabé y las moví. Conocí a un sello de Barcelona, Good Sounds, y se las enseñé. Tenía pocos medios pero me gustaba mucho. Lo publicamos tal cual y firmamos sólo por ese disco. En cuanto a Lucinda, yo hace tres años empecé a tocar mucho por bares de Madrid y ahí fue cuando conocí a Vicente de Lucinda Records. Él sí me propuso sacar el próximo disco y firmar por varios, una cosa más a largo plazo. Estoy encantado, da mucha libertad y es ya una cosa más de carrera de fondo. Me han ido llamando para conciertos y hemos ido hablando mucho. Tenían muchas ganas de sacar este disco y el próximo, ir construyendo algo, buscando un público.
El disco lo ha producido José Nortes, que ha trabajado con gente como Ariel Rot o Quique González.
Con Nortes di antes que con Lucinda en realidad. Le conocí por medio de Los Madison, con los que toqué una temporada. Él produjo su primer y su segundo disco. Coincidimos en un concierto, en el que tocó con nosotros, nos caímos muy bien e hicimos buenas migas. El me invitó a su estudio a grabar canciones acústicas nuevas, sin dinero ni nada. Me dijo que no me preocupara, que le encantaban mis canciones. Es algo que me dio muchas ganas de hacer cosas. Es el productor que más me gusta de España, graba a la gente que a mi me gusta... Es un tío increíble y toca genial. Para mí fue importantísimo conocerle. Cada cierto tiempo yo iba y le enseñaba canciones, lo que a mí me obligaba a currármelas. No me apetecía llevarle cualquier cosa, es José Nortes. Yo le enseñaba muchas y por cómo él las recibía, por sus opiniones, me ayudó mucho a examinar mis propias canciones. Me ayudó a aprender a ver cuáles son las que llevan mucho tu rollo, tu firma, o las que son tú intentando hacer otra cosa y se han quedado a medias. Ahora ya sé cuáles son las que realmente están conseguidas. Y no sólo porque me gusten a mí o a Nortes sino porque luego son las que le gustan a la gente, realmente son mejores.
Decias que te interesan sobre todo los escritores de canciones. En tu caso, ¿tienes la letra y haces la canción o la añades al final?
Normalmente tengo una idea para una letra y la voy haciendo. Se me da mucho mejor escribir una letra y darle forma y luego ya ponerle música a tener una música y de repente encontrar la letra que esté a la altura. A veces hago la música primero, y a veces las dos cosas a la vez, pero eso es raro. Al final todo es cuestión de mucho trabajo y de probar muchas cosas. La prueba de fuego de las canciones es tocarlas tú solo en los bares, porque la gente en realidad sabe muy bien la que es una canción interesante y la que no.
Estuviste en Zodiacs y en varios grupos más de Bilbao. Ahora mismo pareces estar muy centrado y convencido con tu carrera en solitario. Pero, ¿te verías en algún tiempo metido en otra banda?
Yo dejé a Zodiacs porque no podía con todo y porque no quería renunciar a lo mío, pero nunca he dejado de tocar con ellos en realidad. Su cantante, Ignacio, es uno de mis mejores amigos. Cuando dejé el grupo seguía tocando con él. Casi todas las semanas nos veíamos y tocábamos en algún bar. Yo tocaba con él sus canciones y él tocaba conmigo las mías. Asi que siempre he estado ahí. Ahora están grabando el disco nuevo y voy a tocar con ellos en la gira del año que viene. Igual coincide en fechas con lo mío, pero es que Ignacio toca en mi banda también así que vamos a intentar montarlo como podamos. Además, tenemos una química, un buen rollo que funciona muy bien en un grupo y eso se transmite. Si vas a ver tocar a un grupo que son amigos, tienen un rollo muy especial. No es como ver a alguien que toca con cuatro músicos a los que ha llamado sólo para la gira.
Según tu experiencia, ¿piensas que existe aún la necesidad para artistas y músicos de moverse a una ciudad más grande?
Hombre, se puede hacer desde fuera. Se puede hacer desde cualquier sitio si tienes ganas y dedicación, pero es mejor venir a Madrid porque te obliga más, te centra. Conoces a más gente y todo se contagia, tiene la energía que no tienen otros sitios. Sobre todo si quieres hacer rock. Puedes estar viendo conciertos todo el día y conociendo a gente que está en tu rollo y que te contagia sus ganas. Madrid ayuda mucho, por lo menos a mi me ha ayudado mucho. Me obliga a moverme y a estar alerta siempre y a no abandonarte.
Destaca en ti y en tus canciones ese punto de humor que en tu estilo se ve poco. En tu caso sólo es un aspecto más entre otros muchos pero, ¿crees que se separa injustamente en un subgénero humorístico a bandas que tienen canciones de broma pero que en las que en realidad hay mucho más, sea el caso de Mamá Ladilla o Siniestro Total? ¿Crees que no se entienden bien el humor y el rock?
Para mi el humor es fundamental en todos los estilos y en todo tipo de arte. Por lo menos, en todo lo que me gusta a mí, hay humor. Sí que hay gente que tiende a minusvalorar lo que tiene cierto humor. Yo no estoy de acuerdo. En El Quijote hay mucho humor y es la cima de la literatura. Me parece que lo que hace el humor es hacer las cosas más interesantes y menos aburridas, no menos serias. Me gustan las películas en las a veces río y a veces lloro. O, por ejemplo, escuchas The Freeweelhin’ Bob Dylan y tiene momentos de amor muy emotivos y momentos muy graciosos en los talking blues. Me parece mucho más enriquecedor e interesante eso.
¿Vas a muchos conciertos aquí en Madrid? ¿Te ha sorprendido algo especialmente?
Si. Voy a ver mucho a gente que toca en bares como yo, aparte de que coincides y compartes escenario con mucha gente. El grupo que más me gusta son los Zombie Valentines. Son de Madrid y tienen un punto años ‘60 pero mucho más abierto que otros grupos de ese estilo. El batería, por ejemplo, viene de Babylon Chàt, que es un grupo de rock de los mejores que ha habido y tienen un rollo amplio y variado, un eclecticismo dentro del rock que a mi me gusta mucho. Me parecen de los grupos más interesantes que están saliendo ahora en Madrid.
¿Estás contento por cómo está formado el circuito de salas en Madrid?
En general no me gusta. Yo no le llamo circuito a lo que hay aquí en Madrid porque no hay bares con público propio, no es como en otros sitios. Aquí si no llevas a tus colegas o llevas tú a la gente, los bares no tienen público ninguno. En Nueva York llegas a tocar el primer día y nadie te pregunta “¿va a venir mucha gente a verte?”, o lo que me parece indignante, que te digan que si no viene un número mínimo de gente a verte no tocas, después de haber ido al bar con tu banda, haber descargado y montado. Me parece que se podrían hacer mejor las cosas. También me molesta lo del límite de hora, aunque eso ya es cosa de las leyes del Ayuntamiento. Al final siempre se empieza tarde y acabas agobiado, mirando la hora, y eso me parece que no es forma de tocar. Por eso, el otro día en la Fnac de Callao yo estaba encantado porque no había límite de hora. Uno se prepara su final de concierto y no tienes que estar preocupado cinco canciones antes de si tienes que quitar alguna.
Dicho todo esto, hay sitios que molan mucho y donde me lo paso muy bien y tengo buen rollo. Por ejemplo en La Pequeña Bety, cuando lo llevaban David y Patricia, sus anteriores dueños. Yo he visto a esos tíos traer grupazos desde Nueva Zelanda, perdiendo pasta por amor al arte. Estábamos ahí 30 personas viéndolo y ellos encantandos de gastarse el dinero para hacer cosas chulas.
¿Te has planteado alguna vez hasta dónde quieres llegar? ¿Tienes algún ejemplo a seguir?
Yo lo que quiero es llegar a escribir canciones buenas de verdad. Y hacer buenos conciertos, aprender bien el oficio. Sacar discos buenos, cada vez mejores, y tocar mucho. Si me da para vivir, genial. Sino ya me buscaré un trabajo de lo que sea, pero el objetivo es ese, aprender el oficio. Y yo creo que si lo aprendes bien de verdad te acaba yendo bien. En ésas estoy, este segundo disco es mucho mejor que el primero y las canciones que estoy escribiendo ahora, que irán en el próximo, son canciones que hace un año no podía hacer, y eso es muy satisfactorio.
Texto de Bruno Corrales
2 comentarios :
Brun, en serio, mi mas sincera enhorabuena por la entrevista, ¡me ha gustado mucho! Y, si, que se entere Madrid, porque esta claro que Coppel tiene mucho, muchisimo, que decir.
Buen comienzo
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